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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Comulgado y confesado habían antes de dejar el puerto de Messina todos los que en la armada iban, como si todos hubieran tenido por cierta la muerte en aquella empresa; tan temerosa se aparejaba; que se sabía que el generalísimo turco, Alí-Bajá, comandaba un espantable número de naves, que de cuatrocientas entre grandes y chicas pasaban, y en ellas venían más de ciento veinte mil hombres, turcos, egipcios, africanos; todos feroces, todos corsarios, duros y cruentos, avezados al carnaje y a la matanza, y, como tigres, carniceros.

Comandaba dicha expedicion el Maestre de Campo D. Manuel de Pinazo, y la escoltaba el capitan D. Juan de Serdens, con un destacamento, que se componia de un teniente, un alferez, tres sargentos, tres cabos, un tambor y 65 dragones.

Domingo 13, reconociendo en aquel puerto tan mala disposicion para que se quedasen los Padres Strobl y Cardiel con el alferez y los soldados, y siendo igualmente árida toda esta costa hasta ahora registrada, quiso el Padre Quiroga saber el parecer de los otros dos misioneros, del capitan del navio, y del alferez que comandaba la tropa, y todos unanimes sintieron no establecer allí poblacion, por no haber en la cercania de la bahia agua dulce, ni tierras para labranza: lo que es mas por faltar madera, y aun leña para quemar, que es la cosa mas necesaria en esta tierra frigidísima: pero para mayor averiguacion se determinó que saliese el Padre Matias Strobl con el alferez y ocho soldados, por un lado, llevando víveres para tres ó cuatro dias, y anduviesen tierra adentro registrando la tierra; y asímismo el Padre José Cardiel por otro lado con diez soldados.

El maestresala, vestido como un gentilhombre flamenco, comandaba a la servidumbre con signos casi imperceptibles. Al anochecer, de vuelta a sus casas, las visitas desfilaban entre doble hilera de lacayos apostados a lo largo de los pasadizos, hasta la puerta de la calle, cada cual con un hacha de cera encendida. Gastábase tanta luminaria como en la Iglesia Mayor. Todo era fastuoso y señoril.

Comandaba su cuerno derecho Mahomet Ciroko, virey de Alejandría; el dey de Argel, Aluch-Alí, comandaba el izquierdo, y el bajá Alí-Pachá se mostraba en el centro de la batalla con un gran número de naves, y otra formidable escuadra formaba a retaguardia. En media luna avanzaban la una contra la otra las dos formidables flotas.

Palabra del Dia

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