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Actualizado: 11 de julio de 2025
Febrer miró al pasar con ojos irónicos estas riquezas heredadas de sus ascendientes. Nada era suyo. Hacía más de un año que estos tapices y los del dormitorio y todos los de la casa pertenecían a ciertos usureros de Palma, que los habían dejado colgados en el mismo sitio.
Su Majestad me perdone; pero bien me podía haber dejado en mi casa de la calle de la Cruzada, grandona, friota, eso sí; pero de una comodidad... No me faltaba sitio para nada y todos los tapices estaban colgados. Aquí no sé, no sé... Creo que en la habitación que voy a ocupar ha de faltarme también sitio para todo... ¡Qué hemos de hacer!... allá van leyes do quieren reyes».
Se llenan luego los intestinos, haciéndolos del tamaño que se quiera, se ponen en salmuera dos días; después se sacan y ponen a ahumar, guardándolos colgados en sitio fresco.
Linda era la antesala, pintado el techo con los bordes de guirnaldas de flores silvestres, las paredes cubiertas, en sus marcos de roble liso dorado, de cuadros de Madrazo y de Nittis, de Fortuny y de Pasini, grabados en Goupil; de dos en dos estaban colgados los cuadros, y entre cada dos grupos de ellos, un estantillo de ébano, lleno de libros, no más ancho que los cuadros, ni más alto ni bajo que el grupo.
En una ocasión de aquéllas, al sentir en su pecho la respiración soñolienta de la mujer, díjola con melancólica dulzura: Y pensar, Aixa, que vendrá, tal vez, un día en que al encontrarnos por alguna calleja nos miraremos con odio. Será o no será respondió la sarracena. Los destinos van colgados de nuestro cuello.
También lo ví á él, Cabeza Negra, en medio del combate. Es un gigante con la fuerza de seis hombres y los crímenes de sesenta sobre la conciencia. Sólo á un bárbaro como él se le ocurriría entrar en combate con dos infelices colgados de las vergas de su buque. ¿Los véis? Así es en efecto, replicó el barón.
Alfonsito tenía pasión por los carros de mudanza. Ver uno de estos en la calle era su mayor delicia. Todo le entusiasmaba, los forzudos caballos, aquel cajón donde iba una casa, los espejos colgados debajo, y por último, aquellos gandules de blusa azul que iban sentados arriba, dormitando al lento vaivén de la máquina.
Palabra del Dia
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