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Actualizado: 15 de junio de 2025
Se aproximaba ya la hora del almuerzo y se disponían a levantar el vuelo de aquel delicioso sitio cuando Visita percibió un leve ruido a su espalda. ¿Quién anda ahí? preguntó a Cirilo. Una pobre mujer respondió éste. ¿Qué hace? Me parece que anda recogiendo plantas. En efecto, con una raída navajita aquella mujer iba cortando cardillos y guardándolos en una falda.
Se llenan luego los intestinos, haciéndolos del tamaño que se quiera, se ponen en salmuera dos días; después se sacan y ponen a ahumar, guardándolos colgados en sitio fresco.
Este aviso fue lo que generalizó la dispersión, mientras el sacerdote sacaba los Oleos ocultos, guardándolos en una caja de madera pintada. El también, apenas hubo ocultado el sacro depósito, salió corriendo, para ocupar su sitio en la plaza antes de la salida de la cuadrilla. La muchedumbre había desaparecido.
No me parecen mal esos versos, dijo Miguel de Cervantes; madrigal son, o más bien, madrigal doble; poeta era quien los compuso, y no de los peores, y por míos los tomara, antes con satisfacción que empacho de ellos; pero decidme, señora: ¿cómo es que vos habéis premiado esos versos guardándolos en vuestra memoria? ¿quién os los recitó, o quién os dio el papel en que estaban escritos?
El señor Manolo se presentó varias veces en la casa para dar cuenta a los dos jóvenes de la exigua herencia del Mosco. Iba vendiendo a las gentes de Tetuán los famosos perros del dañador, sus enseres de caza, todo lo que contenía la casucha de las Carolinas. Llegó a reunir así unos sesenta duros, que entregó a Feli, guardándolos ésta sin decir nada a Isidro. Bien necesitaban el dinero.
Palabra del Dia
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