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Actualizado: 25 de octubre de 2025
De este instrumento se sirvieron los partidos diversos de las ciudades cultas, y principalmente el menos revolucionario, hasta que, andando el tiempo, los mismos que lo llamaron en su auxilio sucumbieron, y con ellos la ciudad, sus ideas, su literatura, sus colegios, sus tribunales, su civilización.
Desde luego afirmo que estos hermosos fines no han de lograrse en ciertos colegios ni en parte alguna donde la distinguida y mal acostumbrada educanda viva «a uso de tropa». De este modo se aprende todo, si se aprende algo, como el soldado la táctica y las leyes penales: maquinalmente y a la fuerza; y no se toma amor, sino miedo y repugnancia, a las tareas y al cuartel mismo, con sus largos y desnudos pasadizos, sus enfilados dormitorios, sus lechos de contrata, sus vigilantes antipáticos y su refectorio mal oliente.
La ciudad es el centro de la civilización argentina, española, europea; allí están los talleres de las artes, las tiendas del comercio, las escuelas y colegios, los Juzgados, todo lo que caracteriza, en fin, a los pueblos cultos. La elegancia en los modales, las comodidades del lujo, los vestidos europeos, el frac y la levita tienen allí su teatro y su lugar conveniente.
La escuela es obligatoria para todo adulto de 6 á 15 años, en diversas proporciones de asistencia. Así, no hay un ciudadano ó una madre de familia que no sepa á lo ménos leer, escribir y calcular; y ademas de unas 400 escuelas primarias para ámbos sexos, existen en actividad varios colegios, la Universidad y una multitud de escuelas técnicas, normales y de objetos especiales.
Viajando en Europa he observado que donde quiera que los Jesuitas han tenido colegios sus alojamientos han sido espléndidos; lo que prueba que su decision por el lujo ha sido hábilmente secundada por una industria bien productiva de inmensas riquezas. Los hijos de Loyola son los mas felices especuladores del mundo.
Generalmente se hacía reuniéndose los presidentes y secretarios de los colegios, y apuntando en las actas el número de votos que se les antojaba. La razón de esto, era que Sarrió siempre había sido una villa comercial donde cada uno podía ganarse la subsistencia sin recurrir a los empleos del Estado.
Calle de la Compañía se llama la que comienza en los edificios citados, y, así ella como todas las plazuelas, calles y callejas inmediatas, se componen de una sucesión de altas construcciones de piedra, ó sea de una no interrumpida serie de palacios, de iglesias, de conventos, de colegios y de casas señoriales, que nos infundía respeto y veneración.
Desvanecidos por el liberalismo creciente los terrores religiosos medioevales, ha venido cesando correlativamente el terrorismo político; y el diablo cristiano sólo conserva su inmenso prestigio y el vasto rol que le crearon los visionarios de la Edad Media, en las familias aristocráticas educadas en los colegios de frailes y de monjas, y en las remotas campañas, por la crasa ignorancia.
Un buen emir me recogió con mi hermana y me envió al colegio, porque hay más instrucción y más colegios en Alejandría que en todas las Españas, Blasillo. Le creo a usted, comandante. Aprendí allí la lengua francesa, el español, la ciencia de los números, el arte náutico. Salí de allí hecho un buen marino. ¡Y que lo diga usted!
¡Es verdad!... ¡Es verdad! murmuraron los senadores y el público con asombro, como si pasase ante sus ojos un relámpago deslumbrante. Imagínese el ilustre Senado continuó Gurdilo qué efecto tan desastroso habrá producido ayer en el pueblo, y sobre todo en la juventud estudiosa de los colegios, ver á un hombre vestido de un modo que parece desafiar á la moral y á las conveniencias.
Palabra del Dia
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