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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Dicen que era de muy buena cepa, y, según él bebía, es cosa para creer. Estuvo casado con Aldonza Saturno de Rebollo, hija dé Octavio de Rebollo Codillo, y nieta de Lépido Ziuraconte. Sospechábase en el pueblo que no era cristiana vieja, aunque ella, por los nombres de sus pasados, esforzaba que descendía de los del triunvirato romano.
Apenas se cabía en el testero del estrado donde recibían los señores de Peleches; y a estas apreturas y al respeto que infundían allí los personajes graves, se debió, para suerte de los de casa, que ni las Corvejonas ni las de Codillo estuvieran en el lleno de sus papeles, como habían estado en los suyos respectivos las Escribanas y Rufita González, y se marcharon pronto.
Porque las Escribanas y las de Codillo, y Rufita González, pero principalmente las Escribanas, eran las que lo cernían en tertulias y en paseos, y las que escupían de medio lado y se tapaban las narices en mitad de la calle en cuanto oían nombrar a los Bermúdez o cosa que les perteneciera; lo que no impedía que cuando los tenían delante se despepitaran buscándoles el saludo.
Siempre quedan detrás de la fiesta ocho días largos de murmuraciones y disgustos. Por eso, si bien se mira, donde mejor lo pasa durante el invierno la juventud de ambos sexos, es en las reuniones que dan en competencia las Escribanas y las de Codillo, y, a veces, las Corvejonas.
Y éste continuo Simoun tocando familiarmente en el hombro á Su Excelencia, éste me pagará cinco tantos, un vale por cinco días de carcel; un solo, cinco meses; un codillo, orden de deportacion en blanco; una bola... digamos una ejecucion espedita por la Guardia Civil mientras se le conduce á mi hombre de un pueblo á otro, etc. El envite era raro. Los tres paseantes se acercaron.
Las de Codillo, hijas de don Eusebio Codillo, el dueño del Café de la Marina, de la calle del Cantón, hoy arrendado a un murciano, son cinco y muy desiguales entre sí en color, en estatura y en carnes; pero todas ellas tienen cierto andar, cierto sonreír y cierto... vamos; y, sobre todo, unos humos de señoritas principales y acaudaladas, que meten miedo.
Reales Lengua de vaca y codillo. 35 Tocino para las ollas. 125 Queso de Alentejo. 1.608 Azucar. 38 Arina. 112 Grajea. 210 Leche. 58 Bizcochos. 4 Manteca de Flandes para almorzar los ingleses. 180 Naranjas y limones. 46 Avellanas y almendras. 264 Atun. 14 Miel. 96 Anis preparado. 14 Melones. 2.380 Arenques. 614
No se hace otra cosa. ¡Ay, Dios mío! ¡Bah! no te apure eso... ¡No faltaba más! Mire usted, para que le vaya sirviendo de gobierno: vendrán seguramente esta mañana misma, las parientas esas, y acaso, acaso, las de Garduño, es decir, las Escribanas, y Codillo con sus hijas; tal vez se atrevan las de Martínez Liendres, las Corvejonas: creo que se atreverán, lo mismo que las Indianas.
A Codillo, que siempre fue una tenaza y una esponja para el dinero, le da ahora por despilfarrarse con la familia y hasta por acompañarla vestido de punta en blanco. Es teniente de alcalde, está viudo, y eso le salva, porque su mujer era una fiera hasta para amarrar el ochavo.
Otro día descubrió la condesa, que jugaba peor que ella al tresillo, y que era un compañero a quien de vez en cuando se le podía dar codillo: desde entonces le miró con simpatía y le invitaba con frecuencia a hacer el cuarto.
Palabra del Dia
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