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Actualizado: 13 de junio de 2025


Pasó por el Océano varias veces como se pasa ante un paisaje terrestre á toda la velocidad de un tren expreso. La calma augusta del mar se borraba con el batir de las hélices y el ruido sordo de las máquinas. Por azul que fuese el cielo, siempre lo empañaba un crespón flotante salido de las chimeneas. Envidiaba á los buques veleros que el trasatlántico dejaba atrás.

Representaba un paisaje de encrucijadas en una región campestre llana y más bien desolada, con una casita solitaria, que probablemente había sido en un tiempo una casa de portazgo, de altas chimeneas, situada sobre la orilla del camino real, teniendo al costado un pequeño jardincillo rodeado de reja.

Un instante después el vapor navegaba hacia Granville y el puerto erizado de blancas velas, las negras chimeneas y las murallas de granito desaparecían en lontananza; pero Raúl, apoyado en la borda, creyó distinguir por mucho tiempo una esbelta silueta de mujer que levantaba un niño por encima de la cabeza.

Aresti pensaba en la posibilidad de que desapareciese aquella riqueza origen de tantos males. ¿Para qué servían los tesoros de las minas? Se había embellecido exteriormente la población, tomando el aspecto de una capital: la grandeza de la industria moderna tronaba en la ría por las chimeneas de fábricas y buques; pero la vida era más triste que antes.

En fin, aquellos torreones, lo que nosotros creiamos altares, no son otra cosa que las chimeneas de aquel enorme establecimiento; altares consagrados á otro culto no tan elevado, pero no menos indispensable. Es bien seguro que no hay un templo en todo Paris, que cuente con una cofradía más constante, mas exacta, más fiel.

El mundo parecía haber muerto durante la noche bajo el peso de la nieve. El humillo azul que se escapaba de las chimeneas era el único signo de vida. Maltrana dudó un instante. Sintió un repentino amor por el encierro, el afecto al hogar, que hacía que los hombres se ocultasen en sus casas.

La gran escalinata estaba iluminada con luz eléctrica: el vestíbulo y el comedor con gas: los salones de baile con bujías. En la sala de conversación y en la de juego había algunas lámparas de petróleo con enormes y artísticas pantallas. En éstas ardía además un fuego claro y brillante en las chimeneas. Clementina recibía a los invitados en el primer salón, cerca de la antesala.

El barco, desmantelado y sin palos, se destacaba como una mancha, obscura entre el cielo gris y el mar del mismo color. De cerca, el viejo navio parecía un arca de Noé, sujeta por amarras y cadenas; era altísimo, de tres pisos, como un tejado; por sus chimeneas salían columnas negras de humo. En el mascarón de proa se destacaba una figura de Neptuno.

Y luego, cada uno de los cien vapores, bergantines y grandes buques de la bahía mostraba sobre lo alto de su gallardete una luz azulada que iluminaba de cuando en cuando los pliegues de algún pabellon europeo ó americano; en tanto que sobre los puentes se destacaban las sombras de los marineros, las chimeneas, los mástiles y las vergas del arbolaje, entre las cuales se cruzaban las luces errantes de las linternas de los inspectores y guardianes.

La vieja casa, con sus anchas chimeneas despidiendo humo, parecía que había sido ensanchada después de sacada la fotografía, porque en el ángulo derecho se levantaba una nueva ala de ladrillo colorado, que la transformaba en una morada confortable.

Palabra del Dia

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