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Actualizado: 16 de junio de 2025
Uno de éstos es el lago Ipacaraí sobre el cual está situada la pintoresca villa de San Bernardino, a dos horas en tren y vapor de Asunción. En San Bernardino se encuentran el mejor hotel del Paraguay y muchas hermosas quintas. La región que hoy se conoce con el nombre de república del Paraguay fué descubierta por el célebre explorador Sebastián Cabot.
¡Mezquita para siempre célebre! ¡mezquita levantada y frecuentada por emires y califas! ¡mezquita por cuya pérdida lloran aun bajo su cielo oriental los que creen en Alá y en su Profeta! ¡mezquita á que han venido á inspirarse ya tantos poetas y á estudiar tantos artistas! ¡Salud!
Pero ¡qué voz! añadió la condesa . ¡Qué divina voz! Será preciso dijo Rafael grabar en su tumba el epitafio que los portugueses hicieron para su célebre cantor Madureira. Aqui yaz ó senhor de Madureira, o melhor cantor do mundo: que morreu porque Deus quiseira, que si non quiseira naon morreira; e por que lo necesitó nasua capella, díjole Deus: canta. ¡Cantou cosa bella!
Cualquiera se lo podrá indicar me contestaron. Es muy conocido en el país. En ese castillo ha muerto un militar ilustre, un hombre célebre, el mariscal Fabert. Y, en seguida, recayó la conversación en este personaje. Esto era natural entre oficiales jóvenes.
Nadie podrá acusar de jesuítico al célebre y malogrado historiador y polígrafo Oliveira Martins, y, sin embargo, en este punto que tocamos ahora, ensalza como nadie á los jesuítas, haciendo que la gloria de ellos y su triunfo en el Concilio de Trento aparezcan acaso como el mayor triunfo y como la más espléndida gloria de la civilización ibérica en el siglo XVI. «Los protestantes, dice Oliveira Martins, no excluyen las buenas obras; pero no es el mérito de ellas el que redime: es únicamente el mérito de Cristo, independiente del hombre.
El famoso Alcibíades era el calavera más perfecto de Atenas: el célebre filósofo que arrojó sus tesoros al mar, no hizo en eso más que una calaverada, a mi entender de muy mal gusto: César, marido de todas las mujeres de Roma, hubiera pasado en el día por un excelente calavera: Marco Antonio echando a Cleopatra por contrapeso en la balanza del destino del Imperio, no podía ser más que un calavera; en una palabra, la suerte de más de un pueblo se ha decidido a veces por una simple calaverada.
Este era el elemento que el célebre Artigas ponía en movimiento; instrumento ciego, pero lleno de vida, de instintos hostiles a la civilización europea y a toda organización regular; adverso a la monarquía como a la república, porque ambas venían de la ciudad y traían aparejado un orden y la consagración de la autoridad.
Hazañas tan memorables merecían una pluma delicada que las escribiese segun correspondia. Tal era la de DON FRANCISCO DE MONCADA, no menos célebre por la espada, que por la pluma; y digno de ser tan conocido, como merece la grandeza de su ingenio y de su alto nacimiento.
Inmediatamente dejó escapar el grito consabido, el que soltó ya hace tantos siglos la hija de Faraón al ver flotando por el río el célebre canastillo de Moisés. ¡Un niño! Momento de estupefacción y de curiosidad en los tertulios. Todos se abalanzan, todos quieren contemplar al mismo tiempo al expósito. Porque nadie duda un momento que aquel niño se hallaba allí expuesto intencionalmente.
Más tarde, ya hombre, no fué menor mi sorpresa al ver en una playa cierto animal luminoso. A través de su cuerpo transparente, divisaba los morrillos y la arena. Incoloro como el cristal, un poco consistente, temblando al tocarlo, aparecióseme como á los antiguos y como al célebre Reaumur, que llamaba sencillamente á esos seres agua gelatinificada.
Palabra del Dia
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