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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Influido por estas ideas, había preparado el sermón que predicó aquel día y que versaba, con aplicación a las circunstancias, sobre el mismo tema que él gustaba de tratar siempre: sobre la corrupción de nuestro siglo y sobre sus síntomas ominosos, que son alternativamente efectos y causas.
Dejemos aparte las causas y concausas felices o desgraciadas que de vicisitud en vicisitud me han conducido al auge de periodista; lo uno porque al público no le importarán probablemente, y lo otro, porque a mí mismo podría serme acaso más difícil de lo que a primera vista parece el designarlas.
Cuando cesaron de obrar estas causas; cuando una civilización nueva y extraña se enseñoreó de las clases superiores de la sociedad, hubo de aniquilar necesariamente en el teatro á la poesía nacional, propiamente dicha; los poetas ilustrados, ó que se tenían por tales, hubieron de separarse del pueblo, contentándose éste con espectáculos escénicos groseros de poetastros, sustituyendo así á la antigua poesía, verdaderamente popular, otra impopular y erudita, é inútil en ambos conceptos.
Anduvo el tiempo, vendióse el vino, y al limpiar de la cuba hallaron en ella una llave pequeña, pendiente de una correa de cordobán.» Porque vea vuestra merced si quien viene desta ralea podrá dar su parecer en semejantes causas.
Dicen que una de las causas que motivan esta enfermedad es el misticismo religioso y el hábito de los éxtasis y visiones. Eso será lo que tiene. ¡Pobre Paulita! Aquella noche estaban los dos en el mismo cuarto, sentados junto á una escasa lumbre. Clara se había levantado completamente restablecida. Lázaro revolvía en su imaginación los peregrinos incidentes de los días anteriores.
Se curan tambien con el oro varias afecciones neurálgicas y espasmódicas, la odontalgia, la hemicránea y algunos padecimientos histeriformes y asmáticos producidos por las mismas causas ó unidas á un mismo estado.
Si oís la explicacion en que él señala las causas, estas no son otras que la injusticia de los hombres, la envidia que no puede sufrir el resplandor del mérito ajeno, el egoismo universal que no consiente el menor sacrificio ni aun á los que mas obligacion tenian de hacerle, por parentesco, por amistad, por gratitud: en una palabra, el infeliz es una víctima contra quien se ha conjurado el humano linaje, obstinado en no reconocer el alto mérito, las virtudes, la bella índole del infortunado. ¿Qué habrá de verdad en la relacion?
La hermosura varonil del torero puede y debe ejercer influencia benéfica en el ánimo de la muchedumbre, en quien un inveterado espiritualismo ascético y después otras varias causas han hecho que se descuiden por demás en España el esmero y cuidado del cuerpo. Nuestra clase media le atiende y le ejercita poco.
Era consuetudinaria la tendencia a explicar las cosas comunes por causas maravillosas.
Palabra del Dia
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