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Actualizado: 25 de julio de 2025


Cuando lo sublime corre sin freno, suele tropezar en lo ridículo y caer en la caricatura. ¿Qué no puede, sin embargo, el brioso ingenio nativo, aunque se lance y se despeñe por los más extraviados vericuetos? Barroca, caricaturesca es la oda titulada El monstruo.

Hay, finalmente, una parodia de junta revolucionaria, y milicia ciudadana, y clubs y manifiestos electorales. Yo no si en otras partes será todo esto muy serio; pero en Coteruco, pueblo de 300 vecinos, se convierte por mismo en caricatura. El abandono del trabajo, la taberna perpetua, los palos y asonadas, son la consecuencia primera y forzosa de tal delirio.

La sátira, las escenas, personajes y situaciones ridículas son de ordinario, y con pocas excepciones, sólo elementos subalternos, sólo una especie de locura cuando se comparan con la acción principal más elevada, la cual, aunque se mueve generalmente dentro de esta esfera cómica, nada tiene de común con aquellas bufonadas, ó caricatura de vicios y flaquezas, que frecuentemente se confunden con lo cómico.

Ana iba como ciega, no oía ni entendía tampoco, pero la presencia grotesca de aquel compañero inesperado la hizo ruborizarse y sintió deseos locos de echar a correr. «La habían engañado, nada le habían dicho de aquella caricatura que iba a llevar al lado». «Oh, si ella tuviese todavía aquel espíritu sinceramente piadoso de otro tiempo, esta nueva mortificación, este escarnio, esta saturación de ridículo le hubiera agradado, porque así el sacrificio era mayor, la fuerza de su abnegación sublime».

Confieso que sentí despecho y tristeza al contemplar el palacio de los cuadrumanos. ¿Qué cosa es un mono sino un remedo, una caricatura de este mono sublimo que se llama el hombre?

Así, Madrid ha sido recientemente la Coblenza de los traidores de Méjico, lo mismo que en Paris forman sus Coblenzas en caricatura los malos ciudadanos de otras de nuestras jóvenes repúblicas, quienes, olvidando que en el suelo extranjero la PATRIA no es un partido, sino una madre comun, posponen la santidad del deber nacional al interes oprobioso de las venganzas políticas.

No les bastaban los libros y las obras de arte enviados por el viejo mundo; querían ver de cerca la personalidad física de sus autores. Además, se dan el gusto de ponerlo en caricatura y le atribuyen anécdotas en las que aparece asombrado al enterarse de que en América ya nadie gasta plumas.

No se crea por lo anterior que en Marianas no hay mujeres, que las hay y muchas, pero ... pero francamente, y con perdón sea dicho de la Mariquita y la Ángela de M. Arago, entre todas no componen ni una caricatura de las de allá, ni un octavo de cuartilla de las que tan mal empleó el escritor francés al ocuparse de Marianas.

Luego, Maltrana hizo un gesto exagerado de horror, una mueca que fue como la caricatura del miedo. Y junto al catalán... el hombre misterioso; ese vecino mío de camarote, del que le he hablado algunas veces. Es el que va con traje de luto, todo afeitado.

Verdad es que se encuentran antes algunas, á las cuales conviene esa calificación, cuyo principal personaje constituye una verdadera caricatura, y que satirizan algún vicio ó alguna costumbre ridícula.

Palabra del Dia

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