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Actualizado: 15 de junio de 2025


mientras de Marte bélicas canciones el pecho llenan de feroz bravura, tornando en lobo al hombre en la espesura y en rayo el galopar de los bridones, sobre el lomo rizado de las olas que hendieron las valientes carabelas venidas de las playas españolas, llegas, del Arte envuelto entre las galas, tendiendo al aire tus gallardas velas, como un cisne cantor de blancas alas. Octubre, 1915.

Como la construcción es casi un siglo posterior al tiempo de las carabelas de Colón y trata ya de piezas con muñones y de portañuelas cuadradas, sirve solamente como dato del progreso que en ciertos detalles se había conseguido: mas á falta de otras, y cotejada con lo que se sabe de montaje de artillería de sitio y de campaña, ayuda á conjetura, siendo, sobre todo, de utilidad, para el conocimiento de los herrajes y guarnimientos de palanquines y del braguero con dos brazos, corto y largo.

Comparados tales elementos con los que al cabo de cuatro siglos tiene á su disposición la marina militar, parecerán poca cosa; ¡pero qué enorme cifra de maravedís cuestan ahora! TRIPULACIÓN DE LA NAO «SANTA MARÍA» Y DE LAS CARABELAS «PINTA» Y «NI

Tanto como yerran los que han creído que eran las carabelas de Palos embarcaciones menores sin cubierta, tanto se equivocan muchos al presumir se guiaban por la aguja flotante primitiva á que aluden las Leyes de Partida y las obras de Raimundo Lulio.

Hubo otra calidad de importancia para fundar allí el fuerte, que fué que por razón de los secaños no se podía poner armada sobre él, porque habiendo de echar la gente en tierra seis millas de donde había de quedar, era entregalla á la de S. M. si viniera á salvamento, como se esperó, aunque por otro cabo parescía inconviniente para avituallarlo con una nave, lo cual se remediaba proveyéndole con carabelas armadas ó otros bajeles pequeños y de poco fondo.

Tantos, tan variados y tan erróneos á veces han sido los conceptos en la mayoría de los que se han ocupado de Cristóbal Colón y de su famoso descubrimiento, respecto á las naos y carabelas en el siglo XV usadas, que más bien que ilustrar han extraviado la opinión, no ya solamente entre la masa indocta sino entre gentes que pasa por instruídas, produciendo confusión inextricable.

Los tres hombres, contemplando el Océano desde la borda de aquel trasatlántico provisto de las mismas comodidades de un gran hotel, recordaban las pobres embarcaciones montadas por los héroes del descubrimiento. Las carabelas, buques ligeros de rápido andar y escaso calado, que no tenían espacio para la carga ni el pasaje, sólo habían servido en las primeras navegaciones de exploración.

Parece lo más admisible que llevaron un total de 120 las tres carabelas, de ellos 90 hombres de mar. En La Santa María irían 60 en todos; 10 empleados y 50 tripulantes. Se ha escrito que llevaban víveres para un año y parece mucho.

Por la escala gradual de calibres es de juzgar que á las carabelas, como naves menores, se destinarían las lombardas que tiraban dos ó tres libras de pelota de piedra y que así las llevaron las de Colón.

Tenemos el relato del primer viaje escrito por el mismo Almirante, su Diario de navegación, que no puede ser más monótono. Viento favorable, buena mar, indicios de tierra, maderas que flotan, pájaros que cantan en los mástiles de las carabelas como anunciando la proximidad de costas invisibles.

Palabra del Dia

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