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Actualizado: 4 de junio de 2025
Pero ya lo he dicho: la montonera fué siempre débil en los campos de batalla, pero terrible en una larga campaña. Si Lavalle hubiera adoptado otra línea de conducta y conservado el puerto en poder de los hombres de la ciudad, ¿qué habría sucedido? El gobierno la sangre de la Pampa, ¿habría tenido lugar? Facundo estaba en su elemento.
Siguieron los nuestros el alcance hasta la noche, y volvieron á la Ciudad con nuevos brios, dejando muertos en la campaña de los enemigos mil caballos y dos mil infantes: cosa apenas creida de los que quedaron dentro de la ciudad, porque la salida fué muy tarde, y con mucho desorden.
Declarada ya en todas partes la guerra, y las poblaciones y campaña sin resistencia, los que pudieron escapar de los primeros insultos, se refugiaron á las ciudades y villas que les fueron mas inmediatas.
Observaba Orellana cuidadosamente sus movimientos, y certificado que no podia resistir al enemigo en la campaña, determinó defenderse dentro de la villa, y esperar en ella al enemigo.
¡Entra, pues, maldito! exclamó su madre, empujándole con tanta violencia que su cabeza fue a dar contra la pared, y la sangre salió. Entonces el idiota se echó a reír a carcajadas, con una risa estúpida y convulsiva, enjugó su herida con sus largos cabellos, y fue a dejarse caer bajo la campana de una vasta chimenea.
Fortunata vio largo rosario de coches como culebra que avanzaba ondeando; y al mismo tiempo otro entierro subía por la rampa de San Isidro, y otro por la de San Justo. Como el viento venía de aquella parte, oyó claramente la campana de San Justo que anunciaba cadáver. «Estará con su papá pensó ella , y aunque al volver me vea, no ha de decirme nada».
Una de las notas características de la campaña librada por las tropas de la República contra la rebelión racista, ha sido la inflexible energía con que fueron tratados los revoltosos.
En todos los casales los conocen, y ellos conocen todas las puertas de caridad: Son siempre los mismos: El Manco de Gondar; el Tullido de Céltigos; Paula la Reina, que da de mamar a un niño; Andreíña la Sorda; Dominga de Gómez; el Manco Leonés; el Señor Cidrán el Morcego, y la Mujer del Morcego. Se oye muy lejos otra campana. Parece la Monja de Belvis. ¡Cómo la ha conocido!
Al estallar ésta en 1808, Elías dejó sus costumbres sedentarias, sus Pandectas, su Digesto y sus Dacretales, para militar en las filas de Echevarri y el Empecinado; hizo con el primero toda la campaña de Navarra, y organizó una porción de somatenes en Castilla al pasar Napoleón de vuelta de Madrid.
Por esto, el mismo Licurgo se vió obligado á confesar que el triunfo de Lacedemonia se debia á Tirteo. Los Lacedemonios, salvados por la poesía, que en vano habian procurado proscribir, dieron á Tirteo el título de ciudadano, y promulgaron una ley para que en adelante sus poesías fuesen recitadas á los ejércitos de la república, reunidos en torno de la tienda de campaña de sus Generales.
Palabra del Dia
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