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Actualizado: 8 de junio de 2025


Pero mi mujer está triste, señora maga, porque se ve tan mal vestida, y quiere que su señoría me poder para tenerla con traje de señora. El camarón se echó a reír, y estuvo riendo un rato, y luego dijo a Loppi: «Vuélvete a casa, leñador, que tu mujer tendrá lo que desea

Llamó muy quedito: /P «Camaroncito duro, Sácame del apuro.» P/ ¿Qué quiere el leñador? dijo el camarón, saliendo del agua poco a poco. Nada para : ¿qué más podría yo querer? Pero mi mujer no está contenta y me tiene en tortura, señora maga, con tantos deseos. ¿Y qué quiere la señora, que ya no va a parar de querer? Pues una casa, señora maga, un castillito, un castillo.

Quiere ser princesa del castillo, y no volverá a pedir nada más. Leñador dijo el camarón, con una voz que Loppi no le conocía: tu mujer tendrá lo que desea. Y desapareció en el agua de repente.

Iba como si le corrieran detrás, alzando los brazos, arrodillándose en el suelo, golpeándose la casaca bordada de colores: «¡Tal vez pensaba Loppi tal vez el camarón tenga piedad de !» Y lo llamó desde la orilla, con voz como un gemido: /P «Camaroncito duro, Sácame del apuro.» P/ Nadie respondió. Ni una hoja se movió. Volvió a llamar, con la voz como un soplo.

Pero mira, ten juicio, y no le digas a tu mujer lo que ha sucedido hoy. Probaré, señora maga, probaré dijo el leñador; y puso en la yerba con mucho cuidado el camarón milagroso, que se metió de un salto en el agua. Iba como la pluma Loppi, de vuelta a su casa. El morral no le pesaba, pero lo puso en el suelo antes de llegar a la puerta, porque ya no podía más de la curiosidad.

contenta a Masicas, y yo te dejaré ir, que por gusto a nadie le hago daño. Dime qué pescado le gusta más a tu mujer. Pues el que haya, camarón, que los pobres no escogen: lo que has de hacer es que no vuelva yo con el morral vacío. Pues ponme en la yerba, mete en el charco tu morral abierto, y di: «¡Peces, al morral!» Y tantos peces entraron en el morral que casi se le iba Loppi de las manos.

Las manos le bailaban a Loppi del asombro. Ya ves, leñador le dijo el camarón, que no soy desagradecido. Ven acá todas las mañanas, y en cuanto digas: «¡Al morral, pecestendrás el morral lleno, de los peces colorados, de los peces de plata, de los peces amarillos. Y si quieres algo más, ven y dime así: /P «Camaroncito duro, Sácame del apuro»: P/ y yo saldré, y veré lo que puedo hacer por ti.

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