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Actualizado: 26 de junio de 2025
Y, sin embargo, esta obra deplorable de un pedante indigno y sin talento, tan opuesto á la época y á los escritos dramáticos tan brillantes coetáneos, fué calificada como una joya de la literatura española por los afrancesados del siglo XVIII. Las troyanas, de González de Salas, ya mencionado, no son más que una traducción de la tragedia de igual clase de Séneca.
Esta comedia fué calificada entre las obras mejores de este género del teatro español, en la época en que se creyó que la belleza y la cualidad principal de una buena comedia había de consistir en la censura acertada de ciertos vicios y flaquezas humanas: pero las ideas estéticas actuales, hoy más exigentes que entonces, no pueden confirmar ese juicio, celebrando á lo más la gracia de algunas situaciones y la elegancia de la locución: sólo el carácter del sórdido avaro Don Marcos, decuplicado Harpagón, puede mover disgusto.
Se quejaba de una aflición, una cosa repentina, y Julián, turbado pero compadecido, acudió a empapar una toalla para humedecerle las sienes, y a fin de ejecutarlo se acercó a la acongojada enferma. Apenas se inclinó hacia ella, pudo a pesar de su poca experiencia y ninguna malicia convencerse de que el supuesto ataque no era sino bellaquería grandísima y sinvergüenza calificada.
Personas muy religiosas y patrióticas, entre ellas un académico de la Historia, en su elegante discurso de recepción, han sostenido que esta ineptitud, calificada de sublime, es una prueba de nuestro gran ser, de nuestros pensamientos levantados y celestiales, de nuestro severo espiritualismo.
Consta de una lápida que en tiempo de Felipe II fué descubierta en el sitio llamado los Marmolejos, descifrada por Ambrosio de Morales, y colocada en el que era convento de S. Pablo. El rey de Leon D. Sancho, que acudió á Córdoba á curarse una hidropesía calificada de incurable.
Irresistible debía de ser esta embriaguez cuando a persona tan grave y calificada como D. Juan Casanova se le subió a la cabeza hasta hacerle caminar delante de la comitiva con el sombrero en la mano, gesticulando y hablando solo como un loco. «¡Cuándo habíamos de pensar exclamaba agitando el sombrero! ¡Cuándo habíamos de pensar que se reunieran en nuestra villa tantas notabilidades, tantas personas eminentes del clero, de la administración y de la milicia! ¡Alegraos, vecinos de Peñascosa! ¡Alegraos!
Al oficial del ramo de correos, á quien deseamos satisfacer, hacemos la justicia de creer que en sus alusiones no habrá sido su ánimo mellar la calificada integridad ni el acierto y pureza de las medidas tomadas por el superior gobierno de aquellas Islas, ni tampoco atacar las aptitudes recomendables y pureza señalada con que los oficiales de su secretaría desempeñan comisiones en bien del servicio público, de sijilo y de mayor interes que la de correos; en cuyo obsequio han hecho servicios que no pueden obscurecerse, porque resultan de testimonios permanentes que deben obrar en la direccion jeneral, en la cual quizá no hubieran visto la restitucion de ciertos fondos, la recaudacion de otros, y la averiguacion de muchos, destinados á objetos estraños á los de su instituto, si la citada comision hubiera estado confiada á otro que no fuese individuo de la secretaria de gobierno, y que no hubiese contado con los antecedentes que habia en ella, y con la decidida y justificada proteccion del Excmo.
Hízomela diciendo que la cosa mala en que ella había pensado de pronto, era una despedida para lejanas tierras, por no tener ya quehaceres en aquéllas tan tristonas para mí. ¡Pensar yo en irme entonces de Tablanca!... Podía jurar que nunca me había visto más apegado al valle. Pero ¿por qué mi ausencia de él era calificada por ella de cosa mala?
Palabra del Dia
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