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Actualizado: 4 de junio de 2025


Sin duda que el alma fervorosamente cristiana, cuando se dirige a Dios en sus rezos y hablas interiores, se pone muy humilde, se califica de indigna, de pecadora, de perversa, de todo lo malo y ruin que pueda imaginarse; pero de sobra se comprende que esto lo dice y lo confiesa el alma cuando se compara con un ideal supremo de perfección, de rectitud, de bondad y de hermosura, término altísimo de todas sus aspiraciones y blanco inasequible de sus miras y anhelos.

Tal vez logre el Sr. Menéndez, cuando hable de Juan del Encina, á quien califica del mayor poeta en aquel período y de D. Pedro Manuel de Urrea, que sobresale entre los aragoneses, infundirnos, al analizar y criticar sus obras, un concepto más elevado de nuestra inspiración poética de entonces.

Preséntase aquí en abierta oposición con el gusto del público, puesto que califica á casi todas las piezas dramáticas más aplaudidas en su tiempo de espejos de disparates, ejemplos de necedades é imágenes de lascivia, acusando á los poetas de su indecible indulgencia con la ignorante muchedumbre.

Así como estos pueden servir de guias al historiador desde la mitad del noveno siglo; para el conocimiento de la edad anterior, que comprende desde la conquista de los Sarracenos hasta S. Eulogio, no hay mas luz que la que dan el Pacense, el moro Rasis y el arzobispo D. Rodrigo: el Pacense, porque acabó de escribir su crónica en el año 754 de Cristo, es decir, poco antes de apoderarse del trono de Córdoba Abde-r-rahman I; el moro Rasis, porque aunque contemporáneo de S. Eulogio, tomó lo anterior á su tiempo de tres autores que escribieron lo que veían, y principalmente del Al-Bucar, escritor que Morales califica como de mucha estima y autoridad entre los Moros; el arzobispo D. Rodrigo, finalmente, porque segun espresa el mismo Morales, de su gravedad se puede tener por cierto que usó buena diligencia en lo que escribia.

Esta es una de las plagas de nuestra época concluyó el cura haciendo un gesto de desanimación. Entonces respondió la abuela con un resplandor de esperanza, puesto que usted califica de plaga semejante estado de cosas, es que está por el matrimonio... Sin duda, señora afirmó el cura, el matrimonio es una necesidad social a la que deben someterse los que están llamados a ese estado...

A fines del año 1603 insertó nuestro poeta en el prólogo de su Peregrino un catálogo de las comedias, escritas por él hasta esta época, que califica, sin embargo, de incompleto, aunque no se acuerde de las que faltan, y que, como dice expresamente, no comprende los Autos.

Debe además decirse que todos ellos están bien estudiados, tienen el conveniente parecido en el retrato y éste es una bella pintura que califica de atinado observador y de hábil artista a quien acertó a trazarla. En general, todavía tengo yo que poner otro reparo a las semblanzas del Sr.

En una hoja volante, titulada Carta de un cortesano á uno de los señores obispos destos reynos, Madrid y noviembre 18 de 1623, se dice: Han dado hábito á Don Diego Ximénez de Enciso, veinte i quatro de Sevilla. Montalván, en su Para todos, celebra particularmente Los Médicis de Florencia, de Enciso, que califica de regla y arquetipo de todas las grandes comedias. Baena: Hijos ilustres de Madrid.

La longitud se califica de oriental ú occidental, según que el lugar se encuentre situado en uno ú otro de los hemisferios separados por el meridiano inicial. Todos los puntos de la Tierra situados á lo largo de la misma mitad de un meridiano, tienen evidentemente la misma longitud.

También el famoso Mariana, aunque poco inclinado al teatro, compuso un epigrama griego, en el cual se califica al crítico de necio orgulloso, de plagiario y de digno de la horca, y Mariner de Valencia escribió otro latino, en el cual dice muy políticamente que Rámila es un asno en cuerpo y alma, desde los piés á la cabeza. Más ingeniosamente supo Lope burlarse de sus enemigos.

Palabra del Dia

rigoleto

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