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Actualizado: 18 de junio de 2025
Sólo aquí, en el Norte, el vapor acuoso que flota en la atmósfera, reblandece y borra un poco los contornos, los esfuma; pero en cambio la riqueza de los tonos es mayor.
Pasó el Lacio, pasó el pueblo latino; pero queda una sombra de aquello; queda una huella que no se borra, un alma que no muere, una ceniza que no se enfria, un sepulcro que no se cierra; queda un cadáver que no se consume; sobre el polvo, sobre las ruinas, sobre la soledad y el silencio de los cadáveres que se extinguieron, queda un cadáver que no se extingue, que no se extinguirá, mientras que la tierra sienta el calor de las plantas del hombre: pasó el pueblo latino; pero nos queda la latinidad.
Treinta y cinco días nos había costado llegar. Ya estábamos en Marianas. ¡El puerto todo lo borra! Historia de las Marianas. La tradición. Los chamorris. Intolerancias. El Pico de los amantes. División de razas. Tinian. Sarcófagos antiguos. La casa de Taga. Leyendas y supersticiones. Cultos y creencias. Los macambas. El zazarraguan y el caifi. Los anitis. La peña de Fuuña.
Cada cual se alejaba, después de desahogar su cólera, con la precipitación loca de la fuga, sin preocuparse de los compañeros, sin acordarse de invitar al doctor, con el egoísmo de la derrota que borra toda amistad. El infeliz barrenador, al verse solo con Aresti rompió á llorar. ¡Don Luis! ¡Don Luis!...
lo lleva entre los labios el hijo de esta tierra: nombrar a Filipinas tu nombre es pronunciar; si el tiempo borra un día la losa que te encierra, no temas, pues tu nombre jamás se perderá.
Pero tal solución, en fuerza de ser sencilla y de ser generalísima, es nula, porque borra todas las diferencias históricas, merced a las cuales viven cabalmente y medran, siendo igualmente necesarios para el progreso del arte el llamado idealismo y el llamado naturalismo o realismo.
La riqueza borra las manchas del pasado con más rapidez que el tiempo. La noticia de su fortuna al otro lado del Océano hizo que su familia le recibiese bien en el primer viaje, introduciéndolo de nuevo en «su mundo». Nadie podía recordar historias vergonzosas de centenares de marcos tratándose de un hombre que hablaba de las tierras de su suegro, más extensas que muchos principados alemanes.
Palabra del Dia
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