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Hasta el dia 11 Marzo continuaron las visitas de los indios: se ofreció un indio á pasar en el bergantin, que no se admitió sin beneplacito de su cacique por no digustarlos, y conseguido, lo embarcaron, y él muy contento queria arrojar al agua el pellejo con que se cubria.

En suma: ya con la tolerancia, ya con el beneplácito de don Braulio, doña Beatriz e Inesita, desde aquella noche en adelante, siguieron yendo con frecuencia a la tertulia de la Condesa de San Teódulo y siendo su más preciado ornato y atractivo. Rosita, además, las llevaba a veces en su compañía, ya al teatro, ya a los Jardines, ya al paseo, ya a comer en su casa.

Julia se asusta al principio de su aparición, tomándolo por un fantasma, hasta que le refiere la historia de su salvación, pasando después juntos horas muy felices; para el Duque, no obstante, es siempre un muerto, asombrándolo con sus apariciones, hasta que, en virtud de otros sucesos del enredo, se llega á su desenlace, descubriéndose todo y casándose seguro con Julia, con el beneplácito del Duque.

mismo le has traído a casa; mismo me has ponderado mil veces sus prendas y sus talentos; si yo me ha confiado a él y le he tomado por guía en unas ocasiones, y por maestro y confidente en otras, por tu consejo y con tu beneplácito ha sido.

Y primero quiere saber si está en este vuestro castillo el valeroso y jamás vencido caballero don Quijote de la Mancha, en cuya busca viene a pie y sin desayunarse desde el reino de Candaya hasta este vuestro estado, cosa que se puede y debe tener a milagro o a fuerza de encantamento. Ella queda a la puerta desta fortaleza o casa de campo, y no aguarda para entrar sino vuestro beneplácito. Dije.

Dijo el Corregidor a don Juan que tenía por nueva cierta que su padre don Francisco de Cárcamo estaba proveído por corregidor de aquella ciudad, y que sería bien esperalle, para que con su beneplácito y consentimiento se hiciesen las bodas. Don Juan dijo que no saldría de lo que él ordenase; pero que, ante todas cosas, se había de desposar con Preciosa.

Cuidábase poco de su madre y de su hermana, sin preocuparse de merecer su beneplácito. Desde la primera mirada, vió cómo ellas aborrecían a la niña de Luzmela, y, sin protestar de esta monstruosidad, él se puso a quererla, porque le pareció digna de cariño.

Y de ello se trató largo y tendido entre los dos hermanos con entero y cabal beneplácito del marido de Lucrecia, la cual engordó de pronto cosa de ocho libras más, porque también los pensamientos agradables y las esperanzas risueñas se convertían en substancia para aquel corpazo tan agradecido.

Este tal Caballero de los Leones, que no ha mucho que se llamaba el de la Triste Figura, envía por a decir a vuestra grandeza sea servida de darle licencia para que, con su propósito y beneplácito y consentimiento, él venga a poner en obra su deseo, que no es otro, según él dice y yo pienso, que de servir a vuestra encumbrada altanería y fermosura; que en dársela vuestra señoría hará cosa que redunde en su pro, y él recibirá señaladísima merced y contento.

Aunque gruñendo un poco, concluyó la señora de Montauron por dar el beneplácito, y como Pedro tuviera que pasar por París para ir a embarcarse en Boulogne, fue el encargado de trasmitir la invitación a Fabrice. Cuando el marqués anunció a este amigo su viaje a Inglaterra, donde debía permanecer varias semanas, no pudo el artista dominar su extremada sorpresa.