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Actualizado: 16 de mayo de 2025
En la parte posterior, que mira á oriente, una especie de media torre de planta semicircular ó poligonal, con ventanas de la forma misma que en los costados, revelando la presencia del ábside ó presbiterio. Al edificio de la basílica propiamente dicha, se agregaban otras construcciones indispensables.
Era un donativo ofrecido por el célebre abad Sanson, rector de la basílica de S. Zoil y abad del monasterio pinamelariense, á una iglesia titulada de S. Sebastian, de la cual no queda hoy mas memoria sino que estaba en la Sierra de Córdoba á tres leguas de la ciudad.
Otro tanto se infiere respecto de la basílica de S. Andrés de una lápida de mármol blanco, sumamente curiosa, que aun conserva la parroquia del mismo nombre en la haz interior de su pared septentrional.
La restauracion de Carlomagno no habia tenido aun lugar en el siglo VIII, que es el siglo de Abde-r-rahman, puesto que para fabricar su basílica de Aquisgram tuvo que valerse de arquitectos y artífices de Bizancio. Véase Meibomius, Script. Rer. Germ., t. 1, pág. 257. Ad cujus sculpturam, quum columnas et marmora aliunde habere non posset, e Roma et Ravenna descendere curavit. Rer.
Puede haber sido dependencia de la parroquia; pudiera quizás tambien haber servido de asilo á algunas religiosas ahuyentadas de su monasterio de la Sierra cuando las del monasterio Tabanense, entregado á las llamas, se refugiaron asimismo en una casa contigua á la basílica de S. Cipriano.
La señorita Margarita, que parece profesar á su vecina una especie de culto, ha querido asociarse á mi obra de caridad, consagrando á la basílica de los Porhoet un álbum especial que estoy encargado de llenar. He ofrecido además á mi anciana confidente, tomar parte en las diligencias, indagaciones ó cuidados de cualquier naturaleza que puedan serle suscitados por su litigio.
Sumido en la sombra de la Catedral, ocupaba un lado entero de la plazuela húmeda y estrecha que llamaban «La Corralada». Era el palacio un apéndice de la Basílica, coetáneo de la torre, pero de peor gusto, remendado muchas veces en el siglo pasado y el presente.
Cuando Pablillos volvió a presentarse sin ninguna noticia, su amo le manifestó que se iba a rezar a las cuevas de San Vicente, y encaminose, en efecto, a echarse a los pies de la Virgen de la Soterraña. Al acercarse a la basílica hundió la mano en la faltriquera y extrajo el rosario de quince misterios que le había ofrecido su primer preceptor Fray Antonio de Jesús.
Con todo, las mujeres respiraron al salir del sombrío dédalo y ver de nuevo la claridad diurna y sentir el aire fresco que congelaba en su frente las gotas de sudor. Sólo a un punto iba Lucía sola: a la iglesia de San Luis. Al pronto, el edificio agradó muy poco a la leonesa, habituada a la majestad de su soberbia basílica.
Se veían blancos veleros anclados al final de la pendiente, un pedazo de lámina acuática y las casas del muelle opuesto, empequeñecidas por la distancia. En otras aparecía como último plano la montaña de Nuestra Señora de la Guardia, con su basílica puntiaguda y la brillante estatua final, semejante á una llama de oro inmóvil y tortuosa.
Palabra del Dia
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