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Actualizado: 3 de mayo de 2025
A las doce comienzan a salir los peces gordos, los jefes de negociado, los banqueros, algunos propietarios; pero sólo después de las dos de la tarde podrá usted ver en la calle a los ministros, a los directores generales, a los títulos de Castilla, a los grandes literatos....
Bien sabido es que el famoso vino que allí se produce no es regalado ó vendido por su opulento propietario, el duque de Metternich, sino para el consumo de soberanos y príncipes, ó de esos reyes de los cofres que se llaman banqueros, capaces de pagar á 27 ó 30 francos la botella del delicioso licor.
De seguir judíos, esparciéndose por el mundo como lo hicieron otros, tal vez serían a estas horas personajes y banqueros de reyes, en vez de estar en las tiendecitas de «la calle» fabricando bolsillos de plata.
Ciertamente, su posición era extraña, casi inconcebible: una linda joven, con una fortuna de más de dos millones de libras depositada en poder de sus banqueros, y sin embargo perseguida, rondada por sus crueles enemigos que buscaban su ruina, degradación y muerte. La revelación de su casamiento me había dado un golpe terrible, como para hacerme tambalear.
A pesar de ser uno de los banqueros más ricos de Madrid, no había querido prescindir del almacén de pieles, y eso que este comercio, comparado con el de letras y efectos públicos que la casa llevaba a cabo, poco le representaba. Calderón era un tipo de banquero distinto de Salabert.
Tengo para mí que en todas partes se fabrican reputaciones como en Colonia, y que mas de cuatro hombres de Estado, publicistas, literatos, banqueros, artistas y otros personajes son los Juan María Farina apócrifos del gobierno, de la política, la literatura, el crédito, las bellas artes y ... sobre todo la teología.
Esta segunda aristocracia, la mas noble por su origen el trabajo, pero la mas odiosa en parte, por su conducta, el egoismo y el orgullo, es la que tiene la soberanía en el centro de Lóndres. ¡Y qué contraste el que hacen las carrozas doradas de esos banqueros millonarios y esos nobles opulentos, con los harapos hediondos y ridículos de millares y millares de mendigos!
No faltaban príncipes que, en vísperas de alguna batalla, viniesen a implorar el auxilio militar del Apóstol contra sus enemigos. Fuera de la catedral, unos hombres, sentados en cuclillas, iban apilando a su alrededor monedas de todos los países. Eran los cambiantes, padres de nuestros actuales banqueros. Dentro, los peregrinos, agrupados por nacionalidades, rezaban y cantaban.
Los banqueros tienen asegurado en las obras literarias un éxito de odio y de rechifla. Los personajes simpáticos son pobres, y dicen cosas muy hermosas sobre las infamias del «vil metal» y la necesidad de idealizar la vida. El arte literario sólo había dispuesto, según Maltrana, de cuatro resortes para mover sus criaturas: el amor, el odio, el hambre y el miedo.
Palabra del Dia
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