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Actualizado: 16 de octubre de 2025


Es posible que yo no me batiese, aunque supiera batirme; como es posible que no ejecutase la Marcha fúnebre, aunque supiera ejecutarla; pero si alguien me pide alguna vez que ejecute esta marcha, yo no me voy a salir diciéndole que prefiero otra marcha más jovial, o que no me inspira simpatías la autonomía de Polonia, tierra del autor, sino, sencillamente, que no tocar el piano.

Fuera de los méritos de este P. Urraburu, del que confieso ingenuamente que ni había oído hablar, poco ó nada hay que el autor anónimo celebre y estime en algo, en el movimiento intelectual de los jesuítas. Y la verdad es que ninguno de sus escritos ha alcanzado en España la popularidad y el aplauso que las obras de otros escritores pertenecientes al clero.

Así Thiers, el día después de su llegada, 21 de Septiembre, empleó sus horas de este modo, que cuenta López Cepero, á su amigo el autor de El dos de Mayo: ...«Estaba dispuesta una novillada y concurrió á ella dicho personaje, rodeado de gente juglar y baladí, muy poco conforme á la categoría que se le supone, y con esta chusma pasó toda la noche en un corral de la calle Jimios, entre gitanos y mujerzuelas, lo más asqueroso que se usa en las fiestas de candil á que sólo aun entre la canalla suele verse algún día de campo, estando desterrado en todo lugar y tiempo de la gente de mediana educación y decencia

Ya había saco de padre, Había barba y cabellera, Un vestido de mujer, Porque entonces no lo eran Sino niños.............» Salta á los ojos que este autor se equivoca indudablemente en un punto, puesto que el amor había sido la base de las comedias de Lope de Rueda, y no era posible que sólo en las obras de los dramáticos posteriores apareciese como el móvil principal de los sucesos.

Todo esto, no obstante, por más que sea digno de reprobación y deba ser condenado en este, en aquel ó en el otro individuo, tal vez afecte menos á la Compañía en general de lo que el autor anónimo imagina y pretende.

Ella, irritada por el recuerdo de aquella enormidad, sin atreverse á mirar á nadie frente á frente, temerosa de que el hombre á quien mirase fuese el autor de su vergüenza, con el duque de Osuna había sido con el único que había hablado sin empacho.

Para las gentes amigas de clasificaciones, que una vez encasillan á un autor ya no lo sacan, por pereza mental, del alvéolo en que lo colocaron, yo seré siempre, escriba lo que escriba, «el ilustre autor de LA BARRACA».

Y cuando no se da algo menos tonto, crean los críticos que es porque no hay nada menos tonto. Si lo hubiera, se daría. Lo que acabamos de decir parece una perogrullada; pero reflexiónese bien y se verá que no lo es. El autor de zarzuelas es siempre autor dramático. Si escribe malas zarzuelas, peores dramas escribirá.

Hízolo así Rostand, y su obra ya estaba definitivamente corregida y sacada de papeles, cuando M. de Curel entregó el original de «L'Amour brode». El autor novel quedó postergado; era natural. Pasaron otros tres ó cuatro meses, y Rostand, ¡al fin!... pudo leer su comedia. La impresión fué excelente: el papel de «Sylvette» lo interpretaría Mlle.

Puede ocurrir, si es lícito que yo me valga de un símil literario, lo que ocurre con un escrito en verso o prosa cuando el autor, por el prurito de acicalar el estilo, manosea, soba y marchita lo que escribió y lo deja mustio, lamido y sin espontaneidad ni gracia.

Palabra del Dia

crocus

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