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Actualizado: 29 de junio de 2025
Armó cien naves y emprendió la falda De España asir por las arenas solas Del mar, cuyo cristal ciñe esmeralda; Mas viendo en las colunas españolas La sombra del león, volvió la espalda, 1075 Sembrando las banderas por las olas. ¡Levantó la pluma el vuelo! DO
Fue todo obra de un segundo. A la luz oscilante de la lámpara lo vi vacilar, quererse asir enloquecido del vacío, y con un espantoso grito de ira y desesperación, caer al fondo de aquel negro abismo, donde las impetuosas aguas lo arrastraran hacia regiones subterráneas, desconocidas e inexploradas.
Ya no era una montaña nevada la que yo creia asir, ya no era un dilatado llano, sin nubes como sin vegetacion activa.... Todo era aquí distinto. Volviéndome hácia el lado de La-Paz aun vela las áridas montañas y ese cielo siempre puro, característico de las elevadas planicies.
¡A Juan, porque, ya después de aquellas cartas extrañas que Lucía le había escrito a la finca sin hablarle de su vuelta, recibirlo de aquel modo, con aquella mirada, con aquella explosión de cólera, con aquel desdén! ¿Pues cuándo había cesado de pensar Juan, cuándo, que aquel cariño que con tanta ternura prodigaba, sin fatiga ni traición, sobre su prima, era como una concesión de él, como un agradecimiento de él, como una tentativa, a lo sumo, de asir en cuerpo y ver con los ojos de la carne las ideas de rostro confuso y vestidura de perlas, que cogidas del brazo y con las alas tendidas, le vagaban en giros majestuosos por los espacios de su mente?
Era de ver a los que no tenían cama llegar y asir de los pies al acostado y sacarlo arrastrando en medio de la sala y encajarse en la cama, y aquél asir de otro para acomodarse.
Todo lo vaciamos en el molde de nuestro espíritu; fuera de ese pequeño molde, no tenemos nada para asir y comprender las cosas que pasan por delante de nosotros. Por eso damos a todo el universo, desde la gota de agua hasta Sirio, una intención humana.
Atentísimo estuvo Sancho a la relación de la vida y entretenimientos del hidalgo; y, pareciéndole buena y santa y que quien la hacía debía de hacer milagros, se arrojó del rucio, y con gran priesa le fue a asir del estribo derecho, y con devoto corazón y casi lágrimas le besó los pies una y muchas veces. Visto lo cual por el hidalgo, le preguntó: ¿Qué hacéis, hermano? ¿Qué besos son éstos?
Tendía ya la mano para asir la brida de uno de ellos, cuando recibió en la cabeza fuerte pedrada que lo derribó aturdido.
37 hijo de Tahat, hijo de Asir, hijo de Ebiasaf, hijo de Coré; 38 hijo de Izhar, hijo de Coat, hijo de Leví, hijo de Israel. 39 Y su hermano Asaf, el cual estaba a su mano derecha: Asaf, hijo de Baasías, hijo de Simea; 40 hijo de Micael, hijo de Baasías, hijo de Malquías; 41 hijo de Etni, hijo de Zera, hijo de Adaía; 42 hijo de Etán, hijo de Zima, hijo de Simei;
A cuál por asirle de alguna parte segura, por estar todo tan manido le agarraba el corchete de las puras carnes y aun no hallaba de qué asir, según los tenía roídos la hambre. Otros iban dejando a los corchetes en las manos los pedazos de ropillas y gregüescos; al quitar la soga en que venían ensartados, se salían pegados los andrajos.
Palabra del Dia
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