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Actualizado: 8 de junio de 2025


Sentíanse arrebatados por la felicidad, envueltos en un torbellino de amor y sumidos en un sopor delicioso; sus miradas fundían en una sus dos almas; jadeantes decíanse: ¡te amo! y reavivado su vigor por estas mágicas palabras valsaban y valsaban vertiginosamente, de un modo insensato, y esperaban morir en aquel éxtasis, juzgándose lejos de este mundo, creyéndose ya en el Cielo.

Nunca había saboreado la sensualidad de la alimentación como en aquel instante, en medio de su jardín convertido en cementerio, frente á su castillo saqueado, donde gemían y agonizaban centenares de seres. Un brazo gris pasó ante sus ojos. Era el alemán, que volvía con dos panes y un pedazo de carne arrebatados de la cocina.

Quiroga atraviesa la Pampa con trescientos adictos, arrebatados los más de ellos al brazo de la justicia, por el mismo camino que veinte años antes, cuando sólo era gaucho malo, ha huído de Buenos Aires desertando las filas de los arribeños.

Habré llegado hasta el umbral de toda felicidad para caer al pisarlo; habré columbrado todas las alegrías para no alcanzar ninguna; me habré visto desposeído de todos los dones de la suerte, que me habrán sido arrebatados uno a uno. Siendo rico, joven y amado, ¿podía desear yo otra cosa que vivir? ¡Y lejos de eso moriré cuando Magdalena, que es mi vida, exhale el postrer aliento!...

Antes de que concluyera la frase, el D. Carlos voló; y lo digo así, porque el terrible huracán hizo presa en su desmedida capa, y allá veríais al hombre, con todo el paño arremolinado en la cabeza, dando tumbos y giros, como un rollo de tela o un pedazo de alfombra arrebatados por el viento, hasta que fue a dar de golpe contra la puerta, y entró ruidosa y atropelladamente, desembarazando su cabeza del trapo que la envolvía. «¡Qué día... vaya con el día de porraexclamaba el buen señor, rodeado del enjambre de pobres, que con chillidos plañideros le saludaron; y las flacas manos de las viejas le ayudaban a componer y estirar sobre sus hombros la capa.

Sin embargo, no quiere Colón que sean arrebatados de sus hogares, «puesto que son propiedad del Rey y de la ReinaEmpero de sus labios se escapan estas palabras, harto significativas: «Son seres tímidos y nacidos para obedecer; harán cuantos trabajos se les manden. Bastan tres de los nuestros para poner en dispersión á mil de los suyos.

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