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Actualizado: 13 de junio de 2025
Nadie te apura; gozarás más confundiendo voluptuosamente tus ojos en sus líneas y color, que en la frenética y bulliciosa carrera que te impone el guía de una sala a otra. El catálogo en la mano, pero cerrado; camina lentamente por el centro de los salones: de pronto una cara angélica te sonríe.
Mas no acusemos a Dios del uso que puede darse a su obra. Fabrica el alfarero un vaso primoroso, y no es responsable del veneno que luego se deposita en él y que tal vez apura hasta las heces nuestro sediento labio. »Ella es hermosa de alma y de cuerpo. Sus ojos, azules como el cielo, no revelan sino ideas y sentimientos llenos de limpia honestidad.
La contumacia de la muger apura algunas veces la paciencia del marido, quien entonces suele echarla de casa, ó venderla al sugeto que ella mas quiere; pero rara vez la hiere, ó trata mal.
De la misma manera que la naturaleza, tan pródiga en conceder sus dones, ostenta sin trabajo su fuerza inagotable, así también derrama Lope, á manos llenas, por todas partes, las creaciones de su exuberante inventiva, como si fuese tan inagotable como aquélla. Parece un soberano omnipotente en el maravilloso país de la imaginación, que apura los ocultos tesoros de este mundo encantado.
Mas no sigas... Detente... Si supieras que al sentir en mis labios tu frescura, me dá vida el dolor, te detuvieras... Tánta es la hiel que en tí mi labio apura, que tornándose dulce el mar, pudieras tú sola devolverle su amargura. Iba cayendo el dia, y ella y él, caminito de la fuente que entre los olmos murmurar se oia, marchaban vivamente; ella lloraba y él palidecia.
Está usted hoy muy agudo. Siempre lo fue don García. Para otras personas tendrá usted secretos, para mí no. Sé de dónde viene usted. Sé la calle, número de la casa y piso... Y si me apura, sé lo que ha ocurrido.
También usted se apura ahí por una chanza, por una tontería, lo mismo que si ya todo el mundo le señalase con el dedo.... Se necesita una vara de correa para vivir entre gentes. A este paso no le arriendo la ganancia, porque no va a sacar para disgustos. Caviloso y cejijunto, había cogido Julián un palito que andaba por el suelo, y se entretenía en clavarlo en la hierba.
A mí no me apura una broma de ese género dije sosegándome y un poco acortado. Pero se trata de una monja, y ya comprenderá usted que los que tenemos creencias no podemos tolerarlo. Sería feo y repugnante hablar de una religiosa como de una mujer cualquiera.
Palabra del Dia
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