United States or Niger ? Vote for the TOP Country of the Week !


Duquesa de N *: cajita de oro esmaltada, etc., etcAraceli exhibía estos chirimbolos a las visitas con singular complacencia. Sólo faltaba sobre ellos un cartoncito con el precio para que semejase por completo un almacén de saldos.

Vienen señores de Madrid sólo por verlo: sobre todo, pintores... Este cuerpo es el almacén y señalaba la cabaña en cuya puerta permanecía sentado . Lo de enfrente es la cocina y la cuadra. Tiene comunicación con el cuerpo central, la antigua casa, donde vivimos tu abuela y yo. Maltrana sentía deseos de reír ante la majestad con que Polo hablaba de su vivienda, señalando sus diversas partes.

Allá en Buenos Aires estudiaban el asunto con toda calma, y los peones, perdida la paciencia, echábanse al hombro el saco de ropa para huir á pie ó en ferrocarril de un lugar donde ya no entraba dinero y cada vez era más general la pobreza. El almacén había descendido á boliche y tenía un aspecto fúnebre.

No pocas idas y venidas costó la aparición de La Independencia, «diario liberal de la mañanaNuestro amigo Mendoza por poco pierde la razón a puro correr por las calles. Desde la imprenta al almacén de papel, de aquí a la redacción, de la redacción a casa de Ríos, y así todo el día y parte de la noche.

Un Gobernadorcillo de Manila para uno de provincias, es una especie de amo y se da por satisfecho con solo ponérsele en parangón, siquiera sea ante el recorte de dos varas de faldones. El Bazar Oriental y el almacén del Vivac indispensablemente son visitados.

Cada español que le saluda, sea empleadillo ó dependiente de almacen, lo endosa á su compañero por gefe de negociado, marqués, conde, etc.; en cambio si pasaba de largo, ¡psh! es un bago, un oficial quinto, ¡un cualquiera!

Al abrigo de los fuertes se formando un pequeño poblado, llamado á adquirir gran desarrollo; las defensas y construcciones militares las constituyen: en la orilla del mar un fortín de mampostería que protege el muelle, y un almacén de madera y techo de zinc.

Había echado unas carnazas y unas barbas de a pulgada, que no parecía el mismo: aquel mozo lánguido del chaqué avellana, que rondaba el barrio, escapado del almacén, donde llevaba los libros, sino un rentista satisfecho y protector.

En efecto, éste era el programa favorito de Hop-Sing, cuando estaba en el ejercicio de su hospitalidad, como agente principal o superintendente de la Compañía Ning-Fu. El día prefijado y a las ocho en punto entraba en el almacén de Hop-Sing.

Luego, cuando el gentleman iba á acostarse, Flimnap fingió que regresaba á la Universidad, despidiéndose de él hasta el día siguiente, pero se dispuso á pasar la noche en la cama del administrador del almacén de víveres, aunque estaba seguro de no dormir. ¡Mañana! pensaba . ¿Qué pasará mañana?