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Actualizado: 19 de junio de 2025
La afeminada comparsa avanzó entre las mesas, seguida del asombro de las señoras y los atrevimientos burlescos de los hombres. Algunos de éstos saltaban del requiebro a la acción, pellizcando al paso a las revoltosas señoritas, que contestaban con chillidos de miedo y pudorosos respingos.
Era un hombre por la estatura, un niño por la frescura y la inocencia esparcidas por su rostro; los ojos azules, el cabello rubio, el cutis terso y brillante como el de una zagala. Y con esta apariencia afeminada uno de los guerreros más bravos de la comarca.
Soñaba en el día glorioso de la humana redención: cuando desapareciesen los dioses y diosecillos de afeminada sonrisa que hablan mantenido á los hombres durante siglos en la esclavitud, cantándoles la canción de la humildad y la repugnancia á la vida, arrullándolos en su eterna niñez, con la apología de la resignación cobarde ante las injusticias terrenales, como medio seguro de ganar el cielo...
Era ya hombre y estudiante de Facultad, y todavía Isabel conservaba esta costumbre de salir al balcón para despedirle cuando iba a sus clases. Por su natural, o tal vez por esta educación un poco afeminada, Raimundo fué un niño tímido, retraído de los juegos de sus compañeros, luego un adolescente melancólico, por fin un joven serio y de pocas palabras. Apenas tuvo amigos.
El millonario se enorgullecía viéndolo tan hermoso, con una belleza afeminada que reflejaba la de la madre, sin ningún rasgo de él. Un verdadero hijo del amor decía el hombretón con sonrisa placentera. No hay en el pequeño nada de mi fealdad: ni mis manazas, ni esta cara de gigantón. Rubio como el oro, ¡y tan blanco! ¡tan delicado! ¡tan poquita cosa! Parece un bebé de porcelana.
¡Sarasa! suspiró otra con entonación afeminada. Gallardo enrojeció de cólera. ¡Esto a él! ¡Y en la plaza de Sevilla!... Sintió la corazonada audaz de sus tiempos de principiante, un deseo loco de caer ciegamente sobre el toro, y fuese lo que Dios quisiera. Pero su cuerpo se resistió a obedecerle.
Los autores de este escrito piden la prohibición absoluta de las comedias, y dicen, entre otras cosas: «Destas representaciones y comedias se sigue otro gravisimo daño, y es que la gente se da al ocio, deleytes y regalos y se divierte de la milicia, y con los bailes deshonestos que cada dia inventan estos faranduleros, y con las fiestas, banquetes y comedias se haze la gente de España muelle y afeminada é inhabil para las cosas de travajo y guerra.
Palabra del Dia
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