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Por mi parte, á despecho de los que vierten tantos improperios contra el materialismo y la indiferencia del presente siglo, admiro y bendigo en él la creacion venturosa de la alianza entre el cosmopolitismo humano y la personalidad de los pueblos, y entre esta y la del individuo.

Lubimoff admiró al guerrero de guardia, un viejo de bigote blanco, cargado de hombros, casi jorobado, con gabán de color castaña y sombrero hongo. Un brazal rojo y blanco en una manga era todo su uniforme.

Curado con estos desengaños de la pasión política, dióse á lo de puro recreo; y quiso contemplar de cerca lo que tanto admiró desde lejos: la casa de fieras.

Yo que no tengo mejor ni más seguro amigo que usted, y esta seguridad es una gran satisfacción para , se lo juro... Juan retrocedió bruscamente; pero esta vez, ella no se admiró y sabiendo que nada más le diría, se alejó.

Admiro y respeto mucho los motivos que le obligan a obrar de tal manera, aunque mi amor propio disfrazado bajo el color de la fortuna de mis hijos, me conduzca a desear tales honores, y la natural forma y nombradía que lleva consigo un cargo semejante. 7 de enero de 1810. La peligrosa ociosidad en que se encuentra mi Alfonso me tiene inquieta.

Admiró el P. Superior su fervor; mas temiendo no fuese que este apostólico celo los empeñase, con gravísimo riesgo de sus vidas, en empresas que no pudiesen salir sino con grandísima dificultad, juzgó no podía condescender con sus instancias.

Goethe nada hizo para lograr su elevación y su privanza con el duque Carlos Augusto de Gemirá, quien le amó tanto como Goethe pudo amarle, y le admiró y le lisonjeó más de lo que el gran poeta le lisonjeaba. En la corte de aquel amable príncipe, Goethe, más que cortesano, parecía el príncipe, el genio a quien todos servían y adoraban.

Apenas nos divisaron los Maigenos, cuando levantaron sus reales y huyeron, y auque los seguimos con cuanta prisa fué posible, no los pudimos alcanzar: pero nos admiró el destrozo que habian hecho los Cários en los enemigos, y los que habian quedado vivos volvieron con nosotros, á nuestro real, muy contentos.

Paco adivinó y admiró. «¡Sólo el genio tenía aquellas revelaciones!». Sin pensar en que secundaba planes mefistofélicos, dijo en voz baja: Papá, no conozco más quinta que reúna las condiciones de Benítez que una... que está a nuestra disposición....

¡Ven ya, mi dulce amor! ¡Ven, que entre tanto lo admiro todo, pero... no me llena! ¡Vén a enjugar por fin mi acerbo llanto! Vén ¡la nostalgia el corazón me apena! Yo soy un sueño, un imposible, vano fantasma de niebla y luz; soy incorpórea, soy intangible; no puedo amarte. ¡Oh, ven, ven ! ¿Por qué tan lejos, mi bien, y de tan apartado, continuamente suspiros por de mi pecho arranco?