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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Y acordaos de que esas reglas son ley lo mismo cuando tiréis al blanco que cuando tras del escudo se os venga encima un jinete lanza en ristre ó espada en alto, dispuesto á partiros el alma. Pero ¿quién es ése que agarra el arco como un cayado y que hace tantas muecas para apuntar?
Decía con voz ronca, rematando en chillido: «¡Acordaos siervos de Jesucristo, del castigado del Señor por sus pecados! ¡Dalde al pobre lo que Dios reciba!» Y añadía: «¡Por el buen Jesú!»; y ganaba que era un juicio. Yo advertí, y no dije más Jesús, sino quitábale la s, y movía a más devoción. Al fin, yo mudé de frasecicas y cogía maravillosa mosca.
17 Esto os mando: Que os ameis los unos a los otros. 18 Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me aborreció antes que a vosotros. 19 Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo que es suyo; mas porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso os aborrece el mundo. 20 Acordaos de la palabra que yo os he dicho: No es el siervo mayor que su señor.
Vamos, hijo mío, vamos; seguid siendo valiente y acordáos para serlo de que vuestra serenidad, vuestra paz exterior en estos momentos es la paz del alma, es la vida de la inapreciable compañera que os ha dado Dios; recoged todas vuestras fuerzas, preparáos y no hablemos más. Y tiró de don Juan. Algunas calles más allá se encontraron en la de Don Pedro.
Mucho lo siento, dixo la dama; y volvió á llorar sus desventuras propias. Acordaos, dixo Cilofilo, de María Estuardo, que estaba honradamente prendada de un guapo músico que tenia excelente voz de sochantre.
30 Como esto será el día que el Hijo del hombre se manifestará. 31 En aquel día, el que estuviere en el terrado, y sus alhajas en casa, no descienda a tomarlas; y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás. 32 Acordaos de la mujer de Lot. 33 Cualquiera que procurare salvar su alma, la perderá; y cualquiera que la perdiere, la vivificará.
Acordaos de su visita del año pasado al castillo de Malvar, donde se presentó con gran golpe de senescales, justicias, condestables, monteros y guardas. En una de las cacerías vigilaba yo la verja de Glendale cuando héte al rey que me echa encima su caballo, diciendo "¡Ouvrez, ouvrez!" ó cosa parecida. ¿Es ese el rey que ahora tenemos los ingleses?
Cuando un día os declareis independientes, dijo algo ensimismado al lacayo indio que le abría la portezuela, ¡acordaos de que en España no han faltado corazones que han latido por vosotros y han luchado por vuestros derechos! ¿Dónde, señor? contestó el lacayo que no le había comprendido y preguntaba á donde tenían que ir.
Acordaos que los jardineros toman las varas, para efectuar sus injertos, de los árboles más sanos y rollizos. Elegidme a un mozo fuerte y rebosando salud entre vuestra servidumbre; de sobra los tendréis. Sí, pero no será empresa fácil convencerlos. Mis criados son todos caballeros, que poseen capitales y valores en cartera, y especulan al alza y a la baja, como todos los criados de casa grande.
Si se pasa el mar ansí, La enfermedad, el cordel, En esta ausencia cruel De mi Jarifa querida Pasa hasta el fin de mi vida, Pues está el remedio en él. Y vos, hermosa señora, Acordaos que aquí los dos Vivimos, queriendo Dios, Con más regalo que agora.
Palabra del Dia
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