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Actualizado: 17 de mayo de 2025
El Príncipe acepta el desafío en apariencia; pero con la intención de utilizar la hora fijada para el duelo, robando á la esposa de su enemigo. Llega este proyecto á noticia de Julián, y para defender su honor, se oculta en el aposento de su esposa en vez de ir al lugar del combate.
Ella dice entonces que quiere un marido listo é ingenioso, diestro en cantar y tocar, y en efecto, poco después llega un galán con estas habilidades, sabiendo cantar y tocar la guitarra; lo acepta, y las bodas se celebran con fiestas y diversiones.
¡Oh, París! Usted lo conoce por los libros, pero no sabe verdaderamente lo que es aquella vida. Nos espera allá una existencia muy dulce. Consideró el oficinista tales palabras como una aceptación, creyéndose autorizado después de ellas para abrazarla... ¿Sí que acepta usted?... ¡Oh! ¡Gracias! ¡gracias!
Los derechos y deberes políticos que se refieren á la Confederacion son comunes en toda ella, sin distincion de domicilio; pero el suizo de Zuric, Berna ó Ginebra, aunque ligado al de Chaux-de-Fonds por esos vínculos, es realmente extraño á la comunidad neuchâtelesa, en tanto que no acepta el compromiso local.
En el mero hecho de haber desempeñado una ocupación de la dalaga, se le acepta, y en tal concepto, presta con el nombre del servicio, ó sea el pamimianan, toda clase de trabajos.
La primera cuenta que acepta en secreto las pretensiones del príncipe de Ursino, y la segunda describe con fuego la pasión que le inspiró el hermano de Porcia, Don Alvaro, correspondida por él con igual vehemencia. Pero Don Alvaro se había embarcado después, recibiéndose á poco la noticia de haber naufragado el buque que lo llevaba, pereciendo todos los pasajeros.
Esta es una tradición se atrevió a decir cuando el rústico acabó su relato. Ya comprenderá usted, señora, que aquí nadie acepta tales cosas. Así lo creo contestó gravemente la hermosa desconocida. Traición o no, Don Rafael gruñó el ermitaño con descontento así lo contaba mi abuelo y todos los de su época, y así lo cree la gente. Cuando tanto se ha dicho, por algo será.
Cloro, á quien antes se le ha profetizado que así él como su amigo Licinio habían de ser emperadores, acepta el proyecto, y es acogido por la princesa Irene con la mejor voluntad como su esposo prometido.
Don Casimiro me ha escrito esta carta, donde me dice que acepta, me colma de elogios por mi generosidad, y me promete callar el motivo de la donación que le hago, y la misma donación, hasta donde sea posible.
Si los reuniera usted pedazo por pedazo, no conseguiría hacer con ellos un vestido de mujer honrada. TALMA. ¿Y acepta usted esto...? JESSY. ¡No se disguste usted...! Tendré que aceptar cosas peores. Después de todo, las mujeres honradas se desnudan de día y yo me desnudaré de noche. Unicamente nos diferenciará la diversidad de público.
Palabra del Dia
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