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Los filamentos de los árboles carnívoros eran guirnaldas de lámparas; los ojos de los animales cazadores, globos eléctricos; las insignificantes bacterias, glándulas fotógenas; y todos ellos abrían ó cerraban sus conmutadores fosforescentes según la necesidad del momento, unas veces para perseguir y devorar, otras para mantenerse disimulados en las tinieblas.

Apenas me di cuenta de que se abrían las puertas, corrí a la habitación de mi madre. Entro, busco, llamo, pregunto; ya no estaba allí. Me dijeron que se la habían llevado. ¿Muerta? Lo cierto es que ya no he vuelto a besar a mi madreAsí se terminó, mi querido Eduardo, la historia de los padres de Adela; y muchas veces, durante su relato, mis lágrimas se unieron a las suyas.

Faltos de familia y de preocupaciones para ganarse el pan, los más de nosotros sólo vivimos para el amor propio y el orgullo. Se formó en procesión el cabildo, acompañando a Su Eminencia. Abrían la marcha el perrero rojo, los pertigueros negros y el Vara de plata, haciendo sonar las baldosas con los golpes de sus bastones.

De cualquier manera que fuese, ya corriendo a gatas por entre las ramas de los pinos o tumbado de espaldas contemplase las hojas que sobre él se mecían, para él cantaban los pájaros, brincaban las ardillas y se abrían las flores suavemente.

Se arrimó á una empalizada y se puso á rumiar sus desengaños, cuando oyó cerca rumor de conversación. Las ventanas del salón de tablas donde la boda se celebraba abrían hacia aquel sitio. Ocultóse en la sombra y acercóse cuanto pudo á ellas para escuchar, no tanto por curiosidad como por la esperanza de percibir la voz de su adorada.

Una vez en los pasillos, acortó el paso, y comenzó a mirar a todos lados, sin lograr ver lo que deseaba. Triste y cabizbajo descendió lentamente por las escaleras. Ya se disponía a levantar el pestillo de la puerta, cuando creyó advertir que la cuerda con que la abrían desde arriba se agitaba. Quedóse un momento inmóvil. Tornó a llevar la mano al pestillo, y otra vez percibió la sacudida.

Y ellas no se hacían de rogar; abrían el piano; una de ellas aporreaba una polka o wals, y las otras, abrazándose en parejas, bailaban, volteaban alegres, riendo, chillando y besándose.

Al principio sólo se verificaban las representaciones los domingos y días festivos; pero á poco, y á causa de la creciente afición á ellas, se hicieron también en los días de trabajo dos veces á la semana, los martes y jueves, y los tres días de Carnaval. Cerrábanse los teatros el miércoles de Ceniza, y no se abrían hasta la Pascua.

Se levantó y pasó al otro cuarto, se detuvo delante del postigo y miró, a través del vidrio, a la niña que estaba en un rincón leyendo y estudiando sus lecciones. Marta se detuvo, inmóvil, para no distraerla. Fijó en ella sus ojos como si buscara en aquella larga y profunda mirada la fuerza necesaria para no sucumbir en la prueba temida. En aquel momento sintió claramente que abrían la puerta.

Mientras tanto, frecuentes relámpagos recorrían la atmósfera y abrían en las nubes despedazadas deslumbrantes caminos y vastos pórticos de fuego.