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Actualizado: 12 de junio de 2025


Pero el verdadero antagonismo, la lucha terrible entre los blancos, reducidos a un número insignificante, y la gente de color, estalló en 1870, cuando la revolución del 4 de septiembre fijó el sufragio universal como base del nuevo organismo político de la Francia.

Pero Venezuela tomó también su parte en ese amargo lote de los pueblos que se emancipan. Nuestros dolores terminaron en 1852 y pudimos aprovechar la mitad de este siglo de movimiento y de vida para ingresar con energía en la línea de marcha de las naciones civilizadas. Hasta 1870 Venezuela ha sido presa de las discordias intestinas. ¡Y qué guerras!

¿Crees realmente que no habrá guerra? ¿Crees que podremos casarnos?... Dímelo otra vez. Necesito que me tranquilices... Quiero oirlo de tu boca. El centauro Madariaga En 1870, Marcelo Desnoyers tenía diez y nueve años. Había nacido en los alrededores de París. Era hijo único, y su padre, dedicado á pequeñas especulaciones de construcción, mantenía á la familia, en un modesto bienestar.

Iban hacia el Sur en automóvil, en coche de caballos, en carretas de hortelano, á pie. Esta fuga la contempló Argensola con serenidad. El era de los que se quedaban. Había admirado á muchos hombres porque presenciaron el sitio de París en 1870.

El garrotillo y la escarlatina fueron entresacando aquella mies apretada, y en 1870 no quedaban ya más que nueve. Los dos primeros volaron a poco de nacidos. De tiempo en tiempo se moría uno, ya crecidito, y se aclaraban las filas. En no qué año, se murieron tres con intervalo de cuatro meses. Los que rebasaron de los diez años, se iban criando regularmente. He dicho que eran nueve.

Había visto tu pecho sin corazón, tus rollizos brazos de cantante hinchados y sin músculos, tu espada de metal repujado, y sentido dentro de tu hueca cabeza la pesada borrachera y el aplanamiento cerebral de un bebedor de cerveza. ¡Y pensar que, al emprender esa insensata guerra de 1870, contaron contigo nuestros diplomáticos! ¡Ah, si ellos se hubiesen tomado también la molestia de subir por dentro de la Bavaria!

La gloriosa enseña, adornada con recuerdos de 1870, le servía para alcanzar ciruelas todavía verdes. Los que estaban sentados en el suelo aprovechaban este descanso extrayendo sus pies hinchados y sudorosos de las altas botas, que esparcían un vapor insufrible.

Hay que derrotar al Imperio, para tranquilidad del mundo: suprimir la gran máquina de guerra que perturba la paz de las naciones... Desde 1870 todos vivimos pésimamente. Durante cuarenta y cuatro años se ha conjurado el peligro, pero en todo este tiempo ¡qué de angustias!...

Palabra del Dia

rigoleto

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