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Actualizado: 18 de junio de 2025
El drama y la filosofía son las únicas maneras de conocimiento. Y aquí, en estos cavernosos senos de la casa de huéspedes, están las fuentes del conocimiento. La cuestión es alumbrar el manadero. A través de las casas de huéspedes ha pasado toda la historia de España del siglo XIX. Sí, señor, sí; la historia de España del siglo XIX es una historia de casa de huéspedes. ¿Qué le vamos a hacer?
Estas piezas de caza que servían para la manutención del Mosco eran las únicas que podían encontrarse en su vivienda. Esperaba siempre algún registro: los guardas reales tenían puestos los ojos en su casa; los civiles la habían visitado muchas veces.
Memorias fúnebres, ceremonias lúgubres, ocasiones repetidas de lágrimas y lamentos para los amigos y deudos, de exaltacion y mayor encono para los enemigos, son casi las únicas dedicaciones que ocurren en la iglesia mayor hasta el reinado de D. Enrique el Bastardo.
Los celos siguieron sepultados en el más profundo silencio por los que los causaron y los padecieron: por don Andrés, Juanita y don Paco. Y los delitos de Antoñuelo y los medios que don Paco empleó para remediar unos y frustrar otros hubo interés en callarlos, y se logró que los callaran el tendero y su mujer, únicas personas a quienes interesaba decirlos.
Hora del teatro: el telón se levanta a la vista de un pueblo palpitante y bullicioso. Dos comedias de circunstancias, o yo estoy loco. Una representación en que los hombres son mujeres y las mujeres hombres. He aquí nuestra época y nuestras costumbres. Los hombres ya no saben sino hablar como las mujeres en congresos y en corrillos. Y las mujeres son hombres, ellas son las únicas que conquistan.
Habían llegado a su cuarto, y sentadas en las dos únicas sillas del aposento, hablaron de Salvador. Carmen, que ya tenía noticias de su partida, se maravilló de que no hubiera ido a despedirse de ella. Entonces se quedó Rita muy asombrada, y descubrió por primera vez una mentira de señorito. Aquí hay gato encerrado pensó, y trató de obtener de la muchacha alguna luz para alumbrar aquel misterio.
Dormía bien, comía bien, no le dolía nada; pero aquella vida se escapaba en efluvios invisibles y constantes, en lenta y pavorosa consunción. Su esposa hizo venir un médico, luego otro y otro. Todos dijeron lo mismo. Era necesario salir, distraerse, cultivar el trato de la gente. Precisamente las únicas medicinas que el conde estaba resuelto a no tomar.
Las estancias, todas abovedadas y de poca elevación; los interminables claustros con arquería de medio punto; los muros, gruesos como los de un castillo medioeval; y principalmente la comarca toda ayuna de encantos naturales, pues ostentaba, como únicas galas, extensos magueyales y uno que otro eucalipto en medio de los campos de maíz y de cebada, hacían de la Hacienda de San Isidro Labrador un sitio que a muchos repugnaba, pero que a otros, al contrario, atraía por su misma desnudez y severidad.
Los combates, las emboscadas, los asaltos, los pisos que se hunden para sumirle a uno en profunda mazmorra, los fosos, los despeñaderos, etc., etc., son las únicas cosas que entusiasman a nuestro mosquito. En su concepto, no se puede vivir a gusto, sino con el alma en un hilo.
Viendo que era el juez de paz quien le hablaba, se apresuró a disculparse y a preguntarle, con voz cortante, casi con fastidio: No veo cómo pueden las malas lenguas decir que yo esté enamorado, señor juez... ¿De quién?... No podría ser sino de alguna de las señoritas de Itualde, puesto que ellas son las únicas personas que le interesan a usted en Tandil...
Palabra del Dia
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