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De Pas vio a la Regenta más hermosa que nunca: en los ojos traía fuego misterioso, en las mejillas el color del entusiasmo, de las conferencias íntimas, espirituales; una aureola de una gloria desconocida para él parecía rodear a aquella mujer que encerraba en el breve espacio de un contorno adorado todo lo que valía algo en la vida, el mundo entero, infinito, de la pasión única.

Hubo más; para hacer callar a muchos, y también instigada por Bonis, que empezaba a hacerse insoportable con sus moralidades y miedos al qué dirán, Emma se dio arte para agregar a algunas de sus fiestas, si no a las más íntimas, a dos o tres familias de lo más distinguido de la capital.

Acabando de educarse en mi colegio como interna, se rozará mucho más, en estos tres años, con las niñas más elegantes y ricas de la ciudad, que se harán sus amigas íntimas; yo misma iré cuidando especialmente de favorecer aquellas amistades que le puedan convenir más cuando salga al mundo, y le ayuden a mantenerse en una esfera a que de otro modo, sin más que su belleza, en la posición en que ustedes están, no podría llegar nunca.

Había alcanzado glorioso triunfo; sentíase victoriosa, después de haber perdido la batalla en el terreno material. Mas las satisfacciones íntimas de la victoria no la privaron de su don de gobierno, y atenta a las cosas materiales, acudió, al poco rato de apartarse de Juliana, a resolver lo más urgente en lo que a la vida corporal de ambos se refería.

Pocas veces comía en la fonda don Pompeyo, y como sus relaciones con los poderosos de la tierra eran muy poco íntimas, casi nunca veía una mesa bien puesta. Así le parecía digno de Baltasar aquel vulgarísimo aparato de restaurant provinciano.

3.º Nada se puede resolver de cierto sobre las modificaciones íntimas de la materia, en el movimiento y en la condensacion y rarefaccion, sin conocer los elementos de que ella se compone.

En aquellas conversaciones, que eran cada vez más íntimas, se notaba algunas veces que, por efecto de los accidentes del diálogo escénico, Ana callaba ó hablaba aparte en voz baja, mientras el bueno del estudiante y la picara Clara charlaban muy quedito y muy juntos el uno del otro.

El, sin duda, tenía dispuesto algún plan. Al llegar á Madrid trabó relaciones muy íntimas con los Padres del convento de Trinitarios, que eran sabios como unos templos.

En medio de aquella grande estancia sobriamente decorada tenía lugar una de esas escenas íntimas que admiramos en los viejos cuadros de los maestros flamencos donde las nobles alegrías del trabajo parecen aliarse con las más dulces ideas de dicha y de paz.