Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 18 de junio de 2025
La luna, ya sin la rivalidad del sol, triunfaba tranquila en el cielo, y los árboles del bosque inclinándose unos á otros, se confiaban sus seculares leyendas en misteriosos murmullos, que trasportaba en sus alas el viento.
No parece sino que para ellos el estudio de la teología, a que me he dedicado, es contrario del todo al conocimiento de las cosas naturales. ¡Cuánto han admirado mi erudición al verme distinguir en las viñas, donde apenas empiezan a brotar los pámpanos, la cepa Pedro-Jiménez de la baladí y de la Don-Bueno! ¡Cuánto han admirado también que en los verdes sembrados sepa yo distinguir la cebada del trigo y el anís de las habas; que conozca muchos árboles frutales y de sombra; y que, aun de las yerbas que nacen espontáneamente en el campo, acierte yo con varios nombres y refiera bastantes condiciones y virtudes!
Por entre los árboles vi reunidos a Suárez y a Joaquinita, que nos miraban con sonrisa despechada y maligna. No hice caso; pero Gloria, que también acertó a divisarlos, se puso seria repentinamente y no tardó en bajarse. Volvimos a reunirnos al grupo mayor.
Hay teatro allí, y lecherías, y una casa de anchos comedores, y criados de chaqueta negra, que pasan con las botellas de vino en cestos a la hora de comer, cuando los pájaros cantan en los árboles.
El sol iluminaba las anchas avenidas, y ya numerosos grupos de hombres fatigados buscaban reposo a la sombra de los árboles corpulentos que bordan las aceras y pueblan los squares. Por todas partes, mujeres y niños, solos, tranquilos, con su cartera de colegiales a la espalda, rosados, rozagantes de vigor. Marchan con el paso firme de soberanos.
Comenzaba a desplomarse del cielo una luz gris, cernida por el denso celaje: la inmensa sábana de agua tomaba un color blancuzco de ajenjo. Flotaban en la corriente, como escobazos de miseria, los despojos de la inundación; árboles arrancados de cuajo, haces de cañas, techumbres de paja de las chozas; todo sucio, pringoso, nauseabundo.
D. José Salamanca tiene el sentimiento de la naturaleza; lo tiene realmente, y esto no puede menos de suceder, cuando tiene, en alto grado, el sentimiento de la forma. D. José Salamanca es artista sin saberlo. Por eso ama la luz, los campos, los árboles, las flores, los perfumes, los rios: por eso sus quintas son las más poéticas que hay en España.
Inclinándonos sobre la corriente, donde la sombra de los árboles se retuerce en espirales y se desdobla en delicadas curvas, miramos al fondo con sus piedras que parecen estremecerse, su arena que bulle, y sus hierbas ondulantes.
Los paseos de Rio Janeiro, completamente innecesarios, pues los habitantes del pais no acostumbran pasear, son regulares, distinguiéndose entre todos el de Botafogo, situado á la orilla del mar, con árboles, fuentes, y paseo de carruajes. Es bastante bueno y muy poco concurrido. El emperador pasea todos los domingos en carruaje cruzando siempre el de Botafogo en toda su extension.
Oyeron, asimismo, confusos y suaves sonidos de diversos instrumentos, como de flautas, tamborinos, salterios, albogues, panderos y sonajas; y cuando llegaron cerca vieron que los árboles de una enramada, que a mano habían puesto a la entrada del pueblo, estaban todos llenos de luminarias, a quien no ofendía el viento, que entonces no soplaba sino tan manso que no tenía fuerza para mover las hojas de los árboles.
Palabra del Dia
Otros Mirando