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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Agora verás. Topábame sentado al abrigo de la capilla, en la misma puerta, y oigo golpes por la banda de dentro, respondo batiendo con el zueco, y escucho la voz de Don Farruquiño. ANDREÍ
Los otros trataron de darme un garrote en los muslos, y decían: -El pobrecito agora sin duda se ensució, cuando le dio el mal. ¡Quién dirá lo que yo sentía, lo uno con la vergüenza, descoyuntado un dedo y a peligro de que me diesen garrote!
Yo no soy casado, ni hasta agora me ha venido en pensamiento serlo; y, con todo esto, me atrevería a dar consejo al que me lo pidiese del modo que había de buscar la mujer con quien se quisiese casar.
CHERINOS. Allá van hasta dos docenas de leones rampantes y de osos colmeneros; todo viviente se guarde; que, aunque fantásticos, no dejarán de dar alguna pesadumbre, y aun de hacer las fuerzas de Hércules, con espadas desenvainadas. JUAN. Ea, señor autor, ¡cuerpo de nos! ¿Y agora nos quiere llenar la casa de osos y de leones?
Alli en aquella torre, segun veo, Alli denantes un muchacho estaba, Turbado en vista, y de gentil arreo. Si eso fuese verdad, eso bastaba Para triunfar en Roma de Numancia, Que es lo que mas agora deseaba. Lleguemonos allá, y haced instancia Como el muchacho vuelva á nuestras manos Vivo, que es lo que agora es de importancia. VIRIATO desde la torre. Dónde venis? ó qué buscais, Romanos?
Hizo una breve pausa y prosiguió: O, a lo menos, un prodigio, un prodigio patente, mediante el cual el Señor me significase su complacencia: desprenderme del suelo durante la plegaria, ver señalarse en mi cuerpo una llaga de la Pasión, escuchar una palabra de una de esas imágenes de Nuestra Señora que tantos milagros han obrado en esta ciudad con toscos villanos y campesinos; o recibir, en fin, de lo alto, alguna locución que yo debiese, a mi vez, transmitir a los hombres. ¡Pero hasta agora nada!
-Dígolo -respondió- porque estos palos de agora más fueron por la pendencia que entre los dos trabó el diablo la otra noche, que por lo que dije contra mi señora Dulcinea, a quien amo y reverencio como a una reliquia, aunque en ella no lo haya, sólo por ser cosa de vuestra merced.
De aquí el rio abajo navegando, El Armada se sale á remo y vela: Un temporal se viene levantando, Que las yerbas del campo arranca y vuela. Del isla grande priesa me estan dando, Que parece la gente se recela. Pues vamos allá agora, que esta Armada Aquí queda segura rancheada. El isla parecia que se hundia, Y el cielo que venia de caida.
Como calló, mi amo le preguntó, si quería decir más, que lo dijese. El alguacil dijo: "Harto hay más que decir de vos y de vuestra falsedad, mas por agora basta."
-Asolviese quieres decir, Sancho -dijo don Quijote-. Di en buen hora, que yo responderé lo que supiere. -Dígame, señor -prosiguió Sancho-: esos Julios o Agostos, y todos esos caballeros hazañosos que ha dicho, que ya son muertos, ¿dónde están agora?
Palabra del Dia
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