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Osorio se apresuró a ofrecer el brazo a la baronesa de Rag y rompió la marcha hacia el comedor seguido de todos los convidados. Cerrando la comitiva iba el barón conduciendo a Clementina. Los criados esperaban puestos en fila con la servilleta al brazo, capitaneados por el maître. Osorio fué designando a cada invitado su puesto. No tardaron en acomodarse todos.

Mientras tanto, los condes de Cotorraso, Lola Madariaga, Clementina y los barones de Rag hablaban del arsénico como medicamento para engordar y poner terso y brillante el cutis. Lola Madariaga era la primera vez que lo oía y se mostraba llena de júbilo, y anunciaba que iba inmediatamente a ensayar la virtud milagrosa del veneno.

Vamos, amigo Fuentes repuso la graciosa morena dirigiendo una mirada insinuante a Castro, porqué se le había metido en la cabeza arrancársele a Clementina ¿me quiere usted tomar el pelo? ¡Tomaj el pelo!... ¿Qué es que tomaj el pelo? preguntó la baronesa de Rag a Osorio. A esta baronesa la estaba desvistiendo con la imaginación Bonifacio, contemplándola desde lejos sin pestañear.

Vinieron también el barón y la baronesa de Rag por primera vez. Clementina les dió la preferencia colmándoles de delicadas atenciones. El barón era plenipotenciario de una nación importante. El ministro de Fomento Jiménez Arbós, Pinedo, Pepe Castro y los condes de Cotorraso entraron casi a la vez. A última hora, cuando faltaban pocos minutos para las siete, llegó Lola Madariaga y su marido.

La baronesa de Rag, una belga de pelo castaño y ojos claros, bastante gruesa, preguntaba a Osorio los nombres de los objetos que había sobre la mesa. Hacía poco tiempo que estaba en España y apetecía con ansiedad conocer el castellano. Clementina y el barón hablaban en francés.

Bajbiana, bajbiana.... ¿Qué es que bajbiana? preguntó, la baronesa de Rag a Osorio en su afán de aprender pronto el español. Este se apresuró a explicárselo como pudo. Pepa hablaba de vez en cuando por lo bajo con Jiménez Arbós. Solían ser algunas frases rápidas que probaban la inteligencia en que estaban y al mismo tiempo el deseo de mostrarse prudentes.