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El poeta ha hecho gala de su devoción en esta obra admirable, revistiéndola de la solemne poesía del Antiguo Testamento. «Si, en generaldice Malsburg, «es la adoración de un sér más alto la fuente primera de toda poesía, ningún otro poeta ha levantado un monumento tan magnífico en loor suyo como Calderón en su Sibila del Oriente, escrita, al parecer, en una edad avanzada, cuando su alma se ocupaba sólo en los portentos admirables de la religión.

En cuanto á la falta, que se le atribuye, de no haber en su acción rigoroso é interior encadenamiento, así como otros defectos, que también se le achacan, diremos con Malsburg «que, como el principal objeto de ella es la transformación del culto del sol en el cristianismo, el poeta, con mucho juicio, para desvanecer el efecto desagradable, que pudiera hacer esa conversión violenta de un pueblo vencido por sus vencedores, supone una especie de cristianismo embrionario y preexistente entre los peruanos, que se ha desarrollado con el desembarco de los europeosLlama la atención la figura de la idolatría, porque Calderón emplea muy pocas veces en sus comedias personajes alegóricos; sin embargo, no tiene fundamento alguno la opinión de Schlegel, de que el poeta tuvo á la vista La Numancia, de Cervantes, porque innumerables comedias de Lope y de otros, sin hablar de los autos, pudieron servirle de modelo.

Estos dos documentos se imprimieron por vez primera, como apéndice de una composición poética en alabanza de Calderón, que dió á conocer D. Gaspar Agustín de Lara en 1684, con el título de Obelisco fúnebre; después se incluyó en el Teatro español de La Huerta, parte segunda, tomo III, y se publicó también por Malsburg, cuya traducción he copiado, así como la de otros párrafos suyos, citados en la página 197 del tomo IV del prólogo, á que antes aludimos.

Según la indicación, que se hace al terminar, fué escrito de orden superior, y se representó por vez primera, ante el Rey y la Reina, en el teatro del Buen Retiro. «¡Cuán grande es la harmonía dice Malsburg, de este idilio de Narciso! ¡Es una ópera en palabras! El placer de la música lo sentimos, al oirla sin acompañamiento instrumental alguno.

Respecto á la preferencia que atribuye á las comedias analizadas, sólo conviene en cuatro conmigo. Malsburg, prólogo á la traducción de las Comedias de Calderón: Leipzig, 1819 y siguientes, y á Stern, Scepter und Blume de Lope: Dresde, 1824; Heiberg, De poeseos dramaticae genere hispanico, praesertim de Calderone dissertatio inauguralis: Hafniae, 1827.

Consultad también las noticias que preceden á la traducción hecha por Malsburg. En cuanto á D. Lope de Figueroa, uno de los capitanes más célebres de los ejércitos de Felipe II, véase á Suárez, Historia de Guadix, lib. II, cap. 2.º, y á Escalante, Diálogos militares, diálogo 3.º, folios 41 y siguientes. En Vanderhamen, Historia de D. Juan de Austria, lib.