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Actualizado: 5 de junio de 2025


A los pocos días de la publicación del bando comenzaron á salir de Sevilla los moriscos en gran número, siendo aquella expulsión una de las primeras causas, que, uniéndose luego á otras de varios órdenes, contribuyó poderosamente á la decadencia en que cayó la capital de Andalucía al mediar el siglo XVII. CABALLEROS DE ANTA

Es un angelote pensaba. ¡Que le vaya a éste Salvatierra con que el mundo está mal arreglado y hay que volverlo como quien dice del revés!... Montenegro pasó por la calle Larga, la principal de la ciudad; una vía ancha con casas de deslumbrante blancura. Las portadas señoriales del siglo XVII estaban enjalbegadas cuidadosamente lo mismo que los escudos de armas de la clave.

Una observacion sobre el desarrollo de las facultades del hombre. CAPÍTULO XVI. Confusion de ideas en las disputas sobre el principio fundamental. Anomalías. Sus causas. Estado de la cuestion. CAPÍTULO XVII. La existencia del pensamiento. Principio de Descartes. Indemostrabilidad de la existencia. No todo se puede demostrar. Aplicaciones. Punto de partida de nuestros conocimientos.

En el siglo XVII luego que Felipe III despachó una cédula con el propósito de estorbar los tratos de sus vasallos con los del rei de Inglaterra su enemigo, renovando la que hizo Felipe II cuando dió principio á la guerra con su competidora Isabel, comenzaron algunos hombres eruditos i amantes de la prosperidad de España á pensar en el remedio de los males que entonces padecia, así por la falta de dinero como por la despoblacion de muchas de sus mejores ciudades.

Reyles pone por las nubes o que ni él ni yo las hemos leído, o que no hemos leído sino las novelas españolas de los siglos XVI y XVII y que nos empeñamos en imitarlas y hasta que reflexivamente las imitamos. El resultado será, si en el Sr.

Este golpe le trastornó y le modificó tan dichosamente el encéfalo, que, no bien sanó de su grave y peligrosa herida, se convirtió en uno de los más agudos y sublimes sabios jesuitas que hubo en el siglo XVII: escribió luminosos comentarios del Pentateuco, y otras obras no menos útiles que forman juntas diez o doce tomos en folio; y, por último, murió en Roma en olor de santidad.

Sin embargo, con ser tan penosa ésta se empeoró con el tiempo, y en el siglo XVII, la católica majestad de Felipe IV dío orden en 1637 para que, de todos los de Sevilla, se formase un registro y conforme á él fueran recogidos de casa de sus amos y se llevasen á la cárcel real, de donde pasarían luego nada menos que á remar á las galeras.

Los españoles de los siglos XVI y XVII miraban con harta antipatía a los genoveses y flamencos, monopolizadores de nuestro comercio, y los acusaban de empobrecer a la Monarquía: "el estranjero Saca de España el dinero Para nuestros propios daños." "Es Madrid una talega De piezas, donde se anega Cuanto su máquina pare.

Fundábase esta opinión nuestra en la circunstancia de carecer de noticias auténticas para presumir que hubiese vivido Diamante después del comedio del siglo XVII . Examinando más detenidamente á El honrador de su padre, nos hemos confirmado en nuestro anterior convencimiento, porque este drama ofrece todas las condiciones de una obra original, y porque todo su estilo es puramente nacional y español, oponiéndose, por tanto, á la creencia de que pueda ser una imitación de extraño modelo.

En alguna de sus obras, como, por ejemplo, en Ganar perdiendo y Cada cual con su razón, imita tan bien al teatro antiguo, que nos hace la ilusión de que leemos una comedia de enredo del siglo XVII, al paso que en otras, como en Los dos virreyes y en El eco del torrente, tiende á producir los efectos teatrales de los franceses modernos.

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