Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 2 de junio de 2025
El vizconde de C *, autor de varios poemas en prosa, había estudiado bien la diplomacia, o sea el arte de ponerse la corbata con fruto. Asistió, en 1815, a la revista de nuestro último ejército, algunos días antes de la campaña de Waterloo; y, ¿sabéis lo que más llamó su atención en aquella fiesta heroica en que se desbordó el entusiasmo desesperado de un gran pueblo?
El 18 de diciembre de 1835 sale de Buenos Aires, y al subir a la galera, dirige en presencia de varios amigos sus adioses a la ciudad. «Si salgo bien dice, agitando la mano , te volveré a ver; si no, ¡adiós para siempre!» ¿Qué siniestros presentimientos vienen a asomar en aquel momento su faz lívida, en el ánimo de este hombre impávido? ¿No recuerda el lector que algo parecido manifestaba Napoleón al partir de las Tullerías para la campaña que debía terminar en Waterlóo?
Los brazos de la bienhechora trazan imperiosos manoteos; su voz intenta detener á los vehículos que se deslizan veloces. Carcajadas ó palabras de menosprecio contestan á sus llamamientos, y ella, indignada contra los chófers insolentes, da suelta al léxico de su cólera, intercalando con frecuencia la frase más célebre de Waterloo.
Al fin; me despido de los compañeros, un abrazo al amigo que espera en la estación, un salto al cab, que sale como una saeta, cruzamos doscientas calles serpeando entre millares de carruajes, saludo al pasar Waterloo Place y compruebo que el pobre Nelson tiene aún, en lo alto de su columna, aquel deplorable rollo de cuerda, que hace tan equívoca la ocupación a que se entrega; enfilamos Regent's Street, veo el eterno Morning-House de Oxford Corner, que me orienta, y un momento después me detengo en la puerta del Langham-Hotel.
Entre las plazas de Lóndres que merecen ser vistas, descuellan las de Trafalgar y Waterloo: ámbas son grandísimas, con soberbios edificios, y sus correspondientes estatuas de Nelson y Wellington.
Palabra del Dia
Otros Mirando