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Actualizado: 19 de mayo de 2025
He suprimido la introducción como inútil, y los dos capítulos últimos como ociosos hoy, recordando una indicación de usted en 1846 en Montevideo, en que me insinuaba que el libro estaba terminado en la muerte de Quiroga . Tengo una ambición literaria, mi caro amigo, y a satisfacerla consagro muchas vigilias, investigaciones prolijas y estudios meditados.
Me tenía destinada la hija de un propietario de Lúzaro, más vieja que yo, feúcha, flacucha y mística. Yo, la verdad, no estaba muy decidido. Sabido es que los marinos no somos modelo de amabilidad ni de sociabilidad. La perspectiva de los viernes con vigilias y abstinencias, que me prometía el destino, de unirme con Barbarita, así se llamaba la candidata de mi madre, no me sonreía.
Los esmeros y las vigilias del amigo no pueden ser recompensadas sino con una gratitud y una amistad sincera.» Stein quedó confundido. ¡Ah, María! exclamó, enseñando el papel a su mujer . Este hombre es grande en todo: lo es por su clase, lo es por su corazón y por sus virtudes.
Desde la aparición del peligro, la señora de Laroque y su hija le habían prodigado sus esfuerzos y sus vigilias con la abnegación apasionada y el entusiasmo del sacrificio, que son la virtud especial y la gloria de su sexo. Anteayer en la noche, sucumbían ya á la fatiga y á la fiebre; el doctor Desmarest y yo, nos ofrecimos para suplirlas al lado del señor Laroque durante la noche que comenzaba.
El Padre Ambrosio tuvo compasión de Fray Miguel: pensó en consolarle y hasta en curarle y anheló en esta obra de misericordia desplegar todos los poderes que su ciencia oculta le había dado y acudir a los misteriosos recursos de la magia, de la alquimia y de otras artes adquiridas por él a fuerza de estudios y de largas vigilias.
Alcanzar alguno a ser eminente en letras le cuesta tiempo, vigilias, hambre, desnudez, váguidos de cabeza, indigestiones de estómago, y otras cosas a éstas adherentes, que, en parte, ya las tengo referidas; mas llegar uno por sus términos a ser buen soldado le cuesta todo lo que a el estudiante, en tanto mayor grado que no tiene comparación, porque a cada paso está a pique de perder la vida.
¿A qué sorprendernos? dice perfectamente el discreto M. Forbes, que ha dedicado tantas vigilias á su estudio. Esto es sólo un indicio de que á tal grado el animal sigue aún la ley vegetal. Del árbol, ser colectivo, sale el individuo, el fruto que se desprende, cuyo fruto formará otro árbol.
Los padres dieron documentos a sus hijos de lo que habían de hacer, y de como se habían de gobernar para salir aprovechados en la virtud y en las ciencias, que es el fruto que todo estudiante debe pretender sacar de sus trabajos y vigilias, principalmente los bien nacidos.
Una lámpara de siete mecheros, puesta sobre un trípode o candelabro de bronce, ilumina la estancia. Puertas al fondo y a los lados. PROCLO, de edad de cincuenta años, seco, escuálido, consumido por vigilias, ayunos, estudios y mortificaciones, aparece sentado en un sitial. Su discípulo, MARINO, está de pié, junto a él. MARINO. ¡Maestro! ¿Estás decidido a recibir esta noche? PROCLO. Lo estoy.
¡Ironías de la existencia!... Sus trabajos administrativos, sus vigilias pasadas en el estudio, sus sabias elucubraciones jurídicas, toda esa actividad oficinesca que constituía su única gloria, había sido, en fin de cuentas, tan estéril como la zizaña.
Palabra del Dia
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