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Actualizado: 15 de junio de 2025
¿Debía renunciar positivamente a toda investigación ulterior? ¿Había que perder en realidad la esperanza de obtener una prueba incontrovertible? ¿Y cómo concluir el largo y ya vano sumario? ¿Rechazando la acusación, afirmando que la Condesa se había matado, y que la Natzichet se acusaba solamente por el temor de ver condenado al Príncipe, aunque era tan inocente como él, y que por esta razón las versiones de uno y otra no habían estado de acuerdo?... ¿O volviendo a la hipótesis, ya excluida como la más improbable, de que ambos fuesen culpables, de que la Natzichet hubiera ayudado a su amante a ejecutar el asesinato con el robo por móvil, y tratado después de salvarle, acusándose?
Le despertaron al amanecer con las cuartillas devueltas y una nota del director, diciendo que S. E. había prohibido severa y terminantemente se hablase del asunto y encargado se desmintiese cuantos comentarios y versiones corrieran, dándolos todos por cuentos, exageraciones y consejas.
Le encontré mucho mejor de lo que esperaba; es ya cuatro dedos más alto que yo, está algo flaco y pálido; parece un buen muchacho: los jesuitas, sus maestros, se admiran de sus facultades; ha venido cargado de coronas, premios, discursos en latín y en francés, versiones y poesías latinas y... a pesar de todo, es modesto sin petulancia alguna.
El ASCII puede ser escrito, leído, copiado e imprimido con cualquier editor de texto básico o cualquier programa de tratamiento de texto. Es el único formato compatible con 99% del hardware y del software. Se puede utilizar tal y como está, o bien para crear otras versiones en muchos formatos diferentes.
Para los idiomas con acentos como el español, los libros tienen dos versiones: una versión en ASCII de ocho bits para tomar en cuenta los caracteres acentuados, y una versión en ASCII de siete bits, sin acentos. A excepción, claro, de las lenguas no codificables en ASCII, como el chino, que está codificado en Big-5.
Contentábanse, pues, con decir que esos nobles de provincia eran incansables bromistas... ¡y nada más! Donde se decía mucho más era en la corte. Corrían las versiones más extraordinarias. Hablábase vagamente de una secreta compañía de titiriteros, que el joven duque albergaba en su palacio.
Traducida fue primero en hebreo y sabiamente comentada por Moisés de Narbona. En latín la tradujo Eduardo Pococke, y la publicó en Oxford en 1671. Después se han hecho varias versiones y ediciones de ella en las lenguas vivas de ahora, especialmente en alemán y en inglés.
Palabra del Dia
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