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La condesa era bastante menos tolerante. La reivindicación del niño y la amenaza de un proceso escandaloso, la habían exasperado. No se conformaba con menos que entregar a la viuda a los magistrados de las siete islas y hacerla expulsar vergonzosamente como una aventurera. El señor Stevens dijo es amigo nuestro y no nos negará este pequeño servicio.

Por un lado combaten caballeros enemigos en magníficos torneos y zambras; disputan vergonzosamente entre padre é hijo en los salones encantados de la Alhambra y del Generalife; ocurre la sangrienta catástrofe de la sala de los Abencerrajes, el asesinato de Moraima, y aquella lid, en que la bravura española defendió el honor de la calumniada reina de los moros contra los traidores Zegríes; y por otro observamos el enérgico sentimiento religioso, que se refleja en las aventuras del gran maestre de Calatrava, de Hernán Pérez del Pulgar y tantos otros caballeros cristianos.

Jugando el tennis, Bertrán, en un match con el campeón invencible Roberto Milk, se dejaba batir vergonzosamente por la Inglaterra, ante los ojos atentos de su amigo d'Ornay, experto jugador, quien, furioso, le dirigía vivas recriminaciones. María Teresa, Diana, Mabel d'Ornay, Alicia y Juana de Blandieres, conversaban en la terraza, reclinadas en rocking-chairs.

Los trompones, los bombardinos, los cornetines de pistón cuya voz armoniosa tantas mazurkas habían cantado en el seno de la paz, trasformados repentinamente en instrumentos de guerra, brillaron siniestros a la luz de las antorchas. El tricornio del teniente cayó vergonzosamente al suelo a impulso de uno de ellos. Lo recoge.

Marido y mujer vivían en aislamiento moral: él buscando consuelo fuera de casa, en amores vergonzosamente ocultados; ella dedicándose á la devoción. Sánchez Morueta interrumpió estas consideraciones de su primo, como si ansiase decirle toda la verdad. Así era él también: necesitaba amor y amaba. Ya que la alegría de la vida no entraba en su casa, la había buscado fuera de ella.

Sin duda eso me ha caído del Cielo respondí bajando los ojos hacia el suelo. Pero, en todo caso, amaría de diferente manera que vosotros. No me sumiría en el desaliento, no huiría vergonzosamente como lo haces , diciendo: «¡Más vale asíPondría para vencerla, todo el ardor de mi alma, para conquistarla, toda la fuerza de mis brazos.