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Actualizado: 8 de mayo de 2025
32 Por tanto, he aquí vendrán días, dijo el SE
Porque hay que decir, que ni el padre, ni la madre, ni los hermanos, ofrecían un ejemplo digno de imitarse: misia Gregoria, en primer lugar, que recordaba, como horrible pesadilla, los años pasados bajo el cerrojo de su padre, don Aquiles, no quería oír de poner cortapisas al capricho de sus hijos; dejarles, que hagan lo que quieran, que gocen sin trabas de la edad dichosa... ¡Contrariar a los niños, hacerles llorar! ya vendrán, ya vendrán las penalidades de la vida, demasiado pronto, y entonces sabrán lo que es sufrir: ahora, dejarles en libertad.
-Porque doy al celoso, al desdeñado, al olvidado y al ausente las que les convienen, que les vendrán más justas que pecadoras.
No, sino popen y calóñenme, que vendrán por lana y volverán trasquilados; y a quien Dios quiere bien, la casa le sabe; y las necedades del rico por sentencias pasan en el mundo; y, siéndolo yo, siendo gobernador y juntamente liberal, como lo pienso ser, no habrá falta que se me parezca.
13 Acontecerá también en aquel día, que habrá tañido con gran [voz] de trompeta; y vendrán los que habían sido esparcidos en la tierra de Asiria, y los que habían sido echados en tierra de Egipto, y adorarán al SE
Pues tampoco a Maxi le quiero ver... No sabe usted lo mal que me sienta verle y hablar con él... Me trastorna. No les deje usted pasar. Que se vayan a los infiernos. ¡Estoy tan tranquila aquí solita con mi hijo, y los amigos que me protegen...! ¡Que no venga, por Dios! ¿Usted me promete que no vendrán? Lo pedía con terror suplicante.
AZUCENA. Tú no podrás socorrerme; vendrán muchos contra ti, y tus fuerzas se agotarán; pero no temas por mí, yo estoy libre de su furor. MANRIQUE. ¿Vos? AZUCENA. Sí; los tiranos no mandan sobre el sepulcro, ni el verdugo puede martirizar una carne que no siente. Acércate... Mira esta frente pálida; ¿no está pintada en ella la muerte? MANRIQUE. ¿Qué decís?
Recibió al mediodía una carta de ellos anunciándole que esta tarde vendrán, acompañados de un notario, a requerir a la niña para que declare si acepta o rechaza la herencia. EVARISTA. ¿Y ante esa conminación...? DON URBANO. Nada: tan tranquilo el hombre, repitiendo la fórmula que le pinta de un solo trazo: «Confío en Dios.» Los mismos; MÁXIMO, el MARQU
-Léamela vuesa merced, señor gentilhombre -dijo Teresa-, porque, aunque yo sé hilar, no sé leer migaja. -Ni yo tampoco -añadió Sanchica-; pero espérenme aquí, que yo iré a llamar quien la lea, ora sea el cura mesmo, o el bachiller Sansón Carrasco, que vendrán de muy buena gana, por saber nuevas de mi padre. -No hay para qué se llame a nadie, que yo no sé hilar, pero sé leer, y la leeré.
16 He aquí que en las palmas te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros. 17 Tus edificadores vendrán aprisa; tus destruidores, y tus asoladores saldrán de ti. 18 Alza tus ojos alrededor, y mira: todos éstos se han ayuntado, han venido a ti. Vivo yo, dice el SE
Palabra del Dia
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