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Actualizado: 12 de julio de 2025
Como el alboroto, que promueven, va creciendo por momentos, acude un vecino á averiguar la causa, y sabe que se trata del precio, á que se han de vender ciertas aceitunas, que no existirán hasta que transcurran muchos años, y se esfuerza en apaciguar tan ridícula disputa. Otro paso refiere una graciosa astucia de dos rateros.
El cual, todo turbado, respondió: -Señores, yo soy un pobre ganadero de ganado de cerda, y esta mañana salía deste lugar de vender, con perdón sea dicho, cuatro puercos, que me llevaron de alcabalas y socaliñas poco menos de lo que ellos valían; volvíame a mi aldea, topé en el camino a esta buena dueña, y el diablo, que todo lo añasca y todo lo cuece, hizo que yogásemos juntos; paguéle lo soficiente, y ella, mal contenta, asió de mí, y no me ha dejado hasta traerme a este puesto.
Porqué ešte unguento še podia ^ vender por gran precio, y darše
Mientras hablaban ambos nobles había recibido Guillermo el homenaje de otros recién llegados y oído con impaciencia las propuestas de algunos, por lo general aventureros, que ofrecían vender su espada y las reclamaciones de no pocos negociantes y armadores de la ciudad, perjudicados, según ellos, por los excesos de la soldadesca.
Las leyes romanas, que daban al acreedor el derecho de vender como esclavo a su deudor, fueron hechas por los acreedores, dice Brooks Adams, y la expoliación capitalista mató al imperio romano. Eran, en efecto, en manos de los usureros, una máquina de arruinar a los más en beneficio de los menos.
Pero no pienso deshacerme de Relámpago; no encontraré fácilmente mejor animal para saltar cercos. La yegua de Jortin tiene más sangre, pero tiene las patas un poco menos fuertes. Bryce, naturalmente, adivinó que Dunstan quería vender el caballo, y Dunstan se dio cuenta de que él lo adivinaba; el chalaneo sólo es una de las numerosas transacciones humanas conducidas de esta manera ingeniosa.
Yo conozco muy bien las calles, porque antes venia yo todos los días a vender leche. Le seguí sin oir lo que el mancebo decía. ¡Cómo resonaba en la calle desierta el paso de las cabalgaduras! Aquí! exclamó Mauricio, deteniendo el caballo. No es aquí.... Sí, señor. El zaguán estaba abierto. Por una de las ventanas salía un torrente de luz. Lo comprendí todo.
Pasó otro año, vino otra cosecha buena y por éste y aquel motivo, los frailes le subieron el cánon á cincuenta pesos que Tales pagó para no reñir y porque contaba vender bien su azúcar. ¡Paciencia! Haz cuenta como si el caiman hubiese crecido, decía consolándole el viejo Selo.
Pero fuè en vano, porque los indios, azorados con la guerra, antes buscaban ellos caballos y mulas que comprar, que darlas á vender. Cuando sucedian estas cosas, Junio se pasaba, y la fama descaramente mentia, ó fingia, que 3,000 Españoles habian salido de Buenos Aires, y otros tantos Portugueses, de la Colonia del Sacramento, con los Capitanes Generales de las Provincias.
Si eso sucediera, el país no podría sostenerse: los precios se vienen abajo como las pesas de un asador, y jamás conseguiré que se me paguen los atrasos, ni aunque haga vender todo lo que esos individuos poseen. Y ese maldito Fowler... no quiero tolerar más tiempo su morosidad; le he dicho a Winthrop que vaya hoy mismo a verlo a Cosc.
Palabra del Dia
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