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Mirémos una torre que está á la otra parte de un monte de modo que de esta no veamos sino el remate, y nos parecerá que está pegada al mismo monte, despues mirando la misma torre desde la cumbre del monte nos parecerá muy apartada. He conocido y tratado á un hombre que veía los objetos al reves, y cada dia sucede que á los que padecen vahidos les parecen moverse los cuerpos que están quietos.

¿Cómo encareceré yo mi tristeza y pena? Fue tanta, que considerando lo poco que había de entrar en mi cuerpo, no osé, aunque tenía gana, echar nada de él. Entretuvímonos hasta la noche. Decíame don Diego que qué haría él para persuadir a las tripas que habían comido, porque no lo querían creer. Andaban vahídos en aquella casa como en otras ahítos.

En lo moderno, al contrario, las obras de literatura están como la mies en la era, sin que nadie haya separado aún el grano de la paja, ni lo que ha de ser alimento agradable y sano de la semilla desabrida o de la cizaña, que, en vez de deleitar y de nutrir, embriaga y causa vahídos.

Tan pronto casi como penetré en el hanson sentí fuertes vahídos y una extraña sensación de entorpecimiento que me subía por las piernas.

Comenzó a ir a la Facultad; pero le daban vahídos, sobre todo cuando estudiaba derecho romano. Entonces yo le dije que lo dejara. De todos modos, no había de defender pleitos. Así que, ¿para qué estudiar? Luego, el país está lleno de doctores, y ya es más distinguido no serlo. Desde entonces se dedicó a leer novelas francesas; las conoce todas.

La muchacha sentía el trastorno de sus entrañas en forma de náuseas, vahídos y crisis de nervios, y Maltrana, con su egoísmo de hombre superior, abandonaba la casa, en busca del placentero trato de los amigos. El estado anormal de Feli coincidió con un suceso que hizo temer a Isidro por la vida de la muchacha. Una mañana se presentó el señor Manolo el Federal.

Anda, anda, y buena pro te haga, que por el año de mi abuela, que yo no la conocí, ni quién fuese, que las has de pagar a ayunos y vahídos y hasta con las setenas: pues qué, ¿soy yo ahí una nonada, y no tengo yo aldabas a que agarrarme, y tales, que no digo yo de ti, sino de la mismísima Gorgona que de hiciera presa me librara?

Así el que padece tericia ve todas las cosas amarillas, las ve dando giros el que padece vahidos; y á este modo se trastorna el orden regular de las percepciones en las enfermedades, de lo que pudiera alegar muchos exemplos.