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Actualizado: 17 de julio de 2025
Ordeñando vacas, fabricando mantequilla y quesos, han logrado algunas familias hacer fortunas colosales y retirarse a la ciudad a gozar de las comodidades.
No era preciso ser fisonomista para comprender que aquella casa respiraba paz, bienestar y una conciencia tranquila. Dábale acceso un patiecillo circundado de tapias y al costado derecho tenía una hermosa huerta. Cuando la Nela entró, salían las vacas que iban a la pradera.
Que se enganche también el trineo exclamó Catalina . Los cosacos no han de tardar y lo saquearán todo. Nuestra gente no debe marchar con las manos vacías; que se lleven los bueyes, las vacas, las cabras; que se lo lleven todo; así no caerá en poder del enemigo.
Diógenes no era como Sabadell, que jamás se apeaba de su papel de gran señor, y lo mismo gastaba en boato y en caprichos en tiempo de las vacas gordas que en tiempo de las flacas, con la sola diferencia de pagar en los de aquellas y no pagar en los de estas.
En un momento se reunió allí medio pueblo. ¡Mira la Cereza, qué gorda viene! exclamaba un chico. Mira la Garbosa; ya tiene una cría decía otro. ¡Mirad, mirad la Morica, qué grande se ha puesto! Era una becerra y ya parece una novilla apuntaba un tercero. Todos conocían á las vacas por sus nombres y sabían sus cualidades y sus defectos como si fuesen propias.
Yo no nací para andar por los prados como las vacas. A mí me gustan las ciudades, los salones, el lujo. Quisiera viajear, como usted dice, por París, por Londres, por Viena. Qué aburrido es Lancia, ¿verdad? ¡Aquellos eternos paseos del Bombé! ¡Aquel campo de San Francisco! ¡Aquella torre de la catedral tan negra y tan triste! Luego siempre las mismas caras.
Luego la seguía con gritos de alegría hasta la plazoleta donde se alzaba la casa de D. Félix. Huyósele á éste por completo la tristeza del alma al escuchar las esquilas y los mugidos de su ganado. Salió á la puerta con faz sonriente y comenzó á examinar sus vacas y á charlar animadamente con los dos zagalones que las conducían, haciéndoles mil preguntas y encargos.
Que tambien hablan lengua índica; y que usan marcas, yerros españoles en las vacas y caballos las cuales ha visto el mismo Pinuer. Finalmente testifica que tambien sabe, que estos no son los que llaman Césares, porque hay otras poblaciones de españoles hácia el Estrecho, que segun dicen los indios son de navios perdidos.
Respondió, que luego que llegaron, habian padecido muchas necesidades, y que en el dia se bastimentaban por los indios con vacas y caballos que les llevaban á vender; y que los dichos españoles, tambien salian de diez en diez á tratar con ellos, y hacer este conchabo.
De todos modos, era triste cosa tener que vivir con aquella mala hembra, no más púdica que las vacas. ¿Cómo podía haber mujeres así?
Palabra del Dia
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