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Actualizado: 14 de junio de 2025
Se supo despues por algunos prisioneros, que mandaba el campo de los rebeldes D. Pedro Vilca-Apasa, comandante nombrado por el caudillo Diego Cristóval Tupac-Amaru, y que tenia en el ejército todos los indios de las provincias de Azangaro y Carabaya.
Todo anunciaba un feliz desenlace, cuando la Parca truncó la vida de estos filántropos, no sin sospecha de haber sido envenenados. Solo, y expuesto al resentimiento de los que habian sido denunciados, se resolvió Tupac-Amaru á echar mano de un arbitrio violento.
Apenas hacía cuatro meses que don Agustín de Jáuregui ocupaba el solio de los virreyes, cuando se tuvo noticia de la muerte dada al corregidor Arriaga, y con ella de que en una extensión de más de trescientas leguas era proclamado por Inca y soberano del Perú el cacique Tupac-Amaru.
En el pueblo de Sicuani halló el Inspector D. José del Valle al Mayor General, D. Francisco Cuellar, que como queda dicho en su lugar, habia destacado á la provincia de Carabaya, para que persiguiese y prendiese al traidor Diego Cristóval Tupac-Amaru, sus sobrinos y á cuantos le acompañaban.
Carlos III, principe justo y magnánimo, habia acogido con interés estas súplicas, y para atenderlas con acierto habia llamado al mismo Santelices á ocupar un puesto en su Consejo de Indias. Con tan prósperos auspicios, D. Blas Tupac-Amaru, deudo inmediato de José Gabriel, fué á Madrid á solicitar la supresion de la mita y los repartos.
No porque en los pueblos de españoles faltase la alteracion y recelo que ofrecia el numeroso vulgo, sino porque el riesgo parecia menos egecutivo, aunque diariamente se fijaban pasquines y se oian canciones á favor de Tupac-Amaru, contra los europeos y el gobierno. Agitado el cuidado de los vireyes de Lima y Buenos Aires, los Exmos.
Dos siglos y medio, pasados en la servidumbre, no habian podido borrar de la memoria de los indígenas los recuerdos del gobierno paternal de los Incas: grabados en las ruinas del Cuzco, donde moraban sus dioses, y descansaban sus héroes, hacian de esta ciudad el objeto de una supersticiosa veneracion; y aquí fué donde se dirigió Tupac-Amaru para inflamar el ardor de sus soldados.
Se emplearon en aquella distribucion 25,000 pesos, que se extrageron del erario, previniendo D. Jacinto á los indios que el restante se reservaba en cajas, para cuando se verificase la venida de su Rey, José Gabriel Tupac-Amaru, á quien se le aguardaba por instantes.
Don Fadrique acompañó á Areche en su marcha al Cuzco, y desde allí, mandando una de las seis columnas en que dividió sus fuerzas el general Valle, siguió la campaña contra los indios, tomando gloriosa parte en muchas refriegas, sufriendo con firmeza las privaciones, las lluvias y los fríos en escabrosas alturas á la falda de los Andes, y no parando hasta que Tupac-Amaru quedó vencido y cayó prisionero.
Así es que casi se arrepintió de haber contribuído al triunfo cuando vió en la plaza del Cuzco morir á Tupac-Amaru, después de un brutal martirio, que parecía invención de fieras y no de seres humanos.
Palabra del Dia
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