Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 3 de mayo de 2025


A lo que respondió don Quijote: -Caballero soy, y de la profesión que decís; y, aunque en mi alma tienen su propio asiento las tristezas, las desgracias y las desventuras, no por eso se ha ahuyentado della la compasión que tengo de las ajenas desdichas.

Sin inquietud por lo porvenir, sin sentimiento por lo pasado, no apeteciendo nada, no rechazando nada tampoco, su vida se deslizaba tiempo hacía como un sueño feliz, como una dulce embriaguez. Dejó caer el plomo de los deseos y las tristezas que le ligaban a la tierra.

Aquella Clorinda, generala de mil demonios, era una verdadera mujer, que con sólo breves minutos de conversación había perturbado á Castro y tal vez acabase por quebrantar la vida dulce, sin placeres violentos pero sin tristezas desesperadas, que llevaban los huéspedes de Villa-Sirena.

Además, era una alegría; un buen día de sol; ráfagas de aire fresco embalsamado; el alma virtuosa se convertía en una pajarera donde gorjeaban alegres los dones del Espíritu Santo animando el corazón en las tristezas de la vida. Aquella melancolía de que ella se quejaba, era nostalgia de la virtud a que llegaría, y por la que suspiraba su espíritu como por su patria.

Para que las canas y las arrugas no te sorprendan ni te espanten, no hay más que un remedio: andar con pies de plomo en la juventud, y acopiar algo de lo que fructifica durante ella, para que nos anime y conforte en las tristezas y soledades de la vejez.

Por otra parte les había trampeado piezas y para que no se contrariaran... Por el momento, a quien contrarías mucho es a mi, Reina; hace siete semanas que Blanca y yo tratamos de hacerte comprender que es necesario mesurar nuestros movimientos lo mismo que nuestras tristezas y alegrías, y sin embargo, no yerras disparate.

La heroína de sus novelas de entonces era una madre. A los seis años había hecho un poema en su cabecita rizada de un rubio obscuro. Aquel poema estaba compuesto de las lágrimas de sus tristezas de huérfana maltratada y de fragmentos de cuentos que oía a los criados y a los pastores de Loreto.

Lo que estaba viendo, ¿qué era? ¿Era una aberración, un delirio, una imagen del sueño, un juguete fantástico, obra de los ángeles traviesos para burlarse de los que con sus mundanas tristezas van a profanar la casa de Dios?

El deseo y la esperanza, las tristezas de la separación y el dolor de la muerte, todo esto se adivina en los sonidos que se escapan de sus labios. El rostro de Gertrudis se crispa como para contener las lágrimas; pero sus ojos brillan.

Ahora se ríe uno pensando en las marrullerías infantiles; pero si se intenta volver con la imaginación a la época, se comprende que los primeros días de la escuela han sido de los más sombríos y lamentables de la vida. Después se han pasado tristezas y apuros, ¿quién no los ha tenido? Pero ya la sensibilidad estaba embotada; ya dominaba uno sus nervios como un piloto domina su barco.

Palabra del Dia

hociquea

Otros Mirando