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Actualizado: 10 de mayo de 2025


Con él habrá que hablar siempre, y siempre de los mismos asuntos; no habrá que pensar en aventuras ni en excursiones arriesgadas, ni en nada que nos reserve ignotos atractivos; siempre iremos por el camino trillado, siempre sujetos a la regla y a las conveniencias.

Y su vida iba deslizándose allí tranquila y silenciosa, sin la menor señal ni indicio de que pudiese dejar rastro de en el trillado camino que la llevaba a su término: a una muerte obscura y no llorada ni lamentada de nadie, porque Fray Miguel, aunque no era antipático, no era simpático tampoco, se daba poquísima maña para ganar voluntades y amigos, y, al parecer, ni en el convento ni fuera del convento los tenía.

Cumpliéndose tales prevenciones en tiempo en que el camino era trillado por tantas flotas, con mayor razón había de hacerse al emprenderlo por primera vez sin saber adonde conducía, sábese que D. Cristóbal acudió al tribunal de la penitencia y que los que le acompañaron en el viaje fueron, componiendo imponente procesión á la iglesia de Palos, para disponerse á bien morir.

Habían sido heridos por las cañas en que se apoyaban, o bien, sin reflexionar, habían metido sus miembros en cepos de los que nadie podía libertarles. En esas tristes circunstancias, comunes a todos nosotros, era imposible que el pensamiento de esos hombres no encontrara algún sitio de reposo, fuera del círculo continuamente trillado de su historia insignificante.

Tuvo una inspiración después, y quiso dejar tan trillado camino. Ideó un Subieski, un Solimán, un Arnoldo de Brescia, y, por último, un Padilla; pero no bien había escrito algunos versos, retrocedió por miedo á la antigüedad, y se fijó en los Gracos. Dió principio á la obra, y la remató poco antes de las escenas que estamos refiriendo.

Nos encontramos como en un mundo nuevo, temible y fantástico á un tiempo, cuando recorremos la montaña entre la niebla. Hasta subiendo un sendero trillado, de fácil pendiente, experimentamos cierto miedo al contemplar las formas que nos rodean, cuyo incierto perfil parece oscilar en la bruma, que se va espesando y aclarando alternativamente.

No hay negociante retirado, no hay jubilado, ni procurador o abogado en vacaciones que no se considere en el deber de viajar por Suiza para poder decir a su mujer y a sus hijos: «He visto el valle de Lauterbrunnen, el lago de Brienz y el Grindelwald», camino trillado y recorrido por todo el mundo, itinerario tan común en la actualidad, como el de París a Saint-Cloud.

Aun prescindiendo de todos los enormes males que la guerra trae consigo, sólo porque no se volviese á hablar de tan trillado, sobado y fastidioso asunto, debiéramos rezar para impetrar del Altísimo que la guerra terminase, aunque fuera por virtud de un milagro, como el de la botadura del Princesa de Asturias.

Palabra del Dia

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