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Actualizado: 29 de mayo de 2025
Y he alargado la mano perplejo, temeroso. ¡Y no era nada! Es decir, sí que era algo; pero era algo grato, era algo jovial y sano. He aquí lo que decía el telegrama: «Llego mañana en el correo.» Verdaderamente, esto no traspasa los límites de una frase vulgar; pudiéramos decir que no sugiere nada agradable. ¡Pero es que este telegrama lo firma Sarrió! ¿Sarrió va a llegar mañana en el correo?
Pasa una tromba sobre una isla; el torrente que produce, cargado de limo, de despojos, de plantas muertas ó vivas, á veces de bosques enteros arrancados de cuajo, plaga negra, cenagosa, traspasa el mar, y empujado luego por las olas aquí y allá, distribuye esos presentes entre las islas cercanas.
Observamos en ellas, que son obra de un espíritu consagrado á Dios, que, iluminado por el brillo radiante de una sabiduría sobrenatural, traspasa con ese sagrado impulso los límites de lo finito, penetrando en otro mundo de belleza inmutable, en donde la religión y la poesía, como la estatua de Memnon saludaba á la aurora con sus harmoniosos acentos, así también anunciaban aquéllas la próxima luz de la eternidad.
36 Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son a ti posibles; traspasa de mí este vaso; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú. 37 Y vino y los halló durmiendo; y dice a Pedro: ¿Simón, duermes? ¿No has podido velar una hora? 39 Y volviéndose a ir, oró, y dijo las mismas palabras. 40 Y vuelto, los halló otra vez durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados; y no sabían qué responderle.
Y cuando se perdió al fin la esperanza de que el sur devolviera en torrentes de agua todo el viento de fuego recibido un mes entero del norte, la gente se resignó a una desastrosa sequía. El fox-terrier vivió desde entonces sentado bajo su naranjo, porque cuando el calor traspasa cierto límite razonable, los perros no respiran bien, echados.
El P. Fernandez se mordía los labios. Esas son muy duras acusaciones, dijo, y usted traspasa los límites de nuestra convencion. No, Padre; sigo tratando de la cuestion estudiantil.
Facundo entonces reprime su rabia, llama en su auxilio, apodéranse seis hombres del atlético oficial, lo estiran en una ventana, y bien amarrado de pies y manos, Facundo lo traspasa repetidas veces con aquella lanza que por dos veces le había sido devuelta, hasta que el oficial ha apurado la última agonía, hasta que reclina la cabeza y el cadáver yace yerto y sin movimiento.
Palabra del Dia
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