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Actualizado: 14 de junio de 2025
Bajó el lacayo y vapuleó al realista. Así pagan los tiranuelos. Después de este lance, el fanático se puso malo. Dijeron algunos que se había dejado morir de hambre; otros que se había vuelto loco; otros, y esto parece lo más cierto, que le mató una profunda hipocondría. Y las señoras de Porreño, ¿qué fué de ellas? le pregunté. Nada he podido averiguar de doña Salomé contestó.
Cantaba un tenor «eminencia», uno de esos tiranuelos de la escena que cobran por noche cinco mil francos para entonar una romanza o un dúo y estar de cuerpo presente en el resto de la obra.
Quejémonos de la ignorancia de ese poder brutal que esteriliza para sí y para las provincias los dones que natura prodigó al pueblo que extravía. Buenos Aires, en lugar de mandar ahora luces, riqueza y prosperidad al interior, mándale solo cadenas, hordas exterminadoras y tiranuelos subalternos. ¡También se venga del mal que las provincias le hicieron con prepararle a Rosas!
Contra esta ley del destino no podrán oponerse ni el patriotismo español, ni el clamoreo de todos los tiranuelos de Ultramar, ni el amor á España de todos los filipinos, ni el dudoso porvenir de la desmembración y las luchas intestinas de las islas entre sí.
Dorrego había prometido a los caudillos y pueblos todo cuanto podía afianzar la perpetuidad de los unos y favorecer los intereses de los otros; elevado, empero, al Gobierno, ¿qué nos importa, decía allá en sus círculos, que los tiranuelos despoticen a esos pueblos? ¿Qué valen para nosotros 4.000 pesos anuales dados a López y 18.000 a Quiroga, para nosotros, que tenemos el puerto y la Aduana que nos produce millón y medio, que el fatuo Rivadavia quería convertir en rentas nacionales?
No se puede contemplar esos escombros y esas moles todavía intactas, que han abrigado á tantos tiranuelos, sin estremecerse de horror al pensar en las tradiciones de iniquidad que allí se anidan, y en las duras pruebas por las cuales ha tenido que pasar, en su interminable peregrinacion de la civilizacion, ese Cristo de todos los siglos que se llama el PUEBLO.... Cuánto no ha debido pesar sobre las muchedumbres el yugo de hierro de esas generaciones de tiranos, cuando todavía hoy las ruinas de sus guaridas casi inespugnables tienen el poder de impresionar al viajero y llenarle, si no de admiracion, de un sentimiento de temor semejante al que se experimenta en presencia de la caverna de un tigre ó ante la mirada fascinadora del boa!...
Se derribó la tiranía; se creyó que íbamos á tener libertad, y nos han engañado. Cuatro tiranuelos nos mandan constitucionalmente, y constitucionalmente nos persiguen como antes. Esto no nos satisface; queremos más. Adelante, pues. Pero el medio es espantoso. Yo no quiero para mi patria los horrores de la Revolución francesa. Después de un Terror no puede venir sino la dictadura.
Palabra del Dia
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