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Actualizado: 29 de mayo de 2025


El merendero o cenador, donde comimos las fresas aquella tarde, que fue la segunda vez que Pepita y Luis se vieron y se hablaron, se ha transformado en un airoso templete, con pórtico y columnas de mármol blanco. Dentro hay una espaciosa sala con muy cómodos muebles.

Les exigía siempre la misma ó mayor cantidad de fruto; y si alguno se descuidaba ó se mostraba reacio, concluía por arrancarlo de cuajo y plantar otro en su lugar. Subieron á lo más alto de la finca. En aquel paraje había construído D. César un templete circular sostenido por columnas.

No eran éstas de mármol desgraciadamente porque los recursos del hidalgo no lo consentían, pero estaban enjalbegadas primorosamente y de lejos producían el mismo efecto. Desde aquel templete abierto se disfrutaba una vista deleitosa. Un gran círculo de colinas y montañas. Desparramados sobre sus faldas multitud de caseríos. En lo más alto á la izquierda la gran Peña-Mea.

Su primer marido fué virrey de las Indias, y ella recibió el homenaje de las muchedumbres pálidas y misteriosas en lo alto de un elefante blanco, dentro de un templete de filigrana de oro semejante á un relicario.

En las paredes púsose una lápida que conmemoraba aquellas obras y que decía así: «Siendo rey don Fernando VII, pío, feliz, restaurador, don José Manuel de Arjona, Asistente de la ciudad, renovó los paseos antiguos: hizo otros nuevos; formó un plantel para la reposición de los árboles, construyó cañerías, puso y exornó con un templete gótico esta máquina de vapor para regar la alameda y los sembrados inmediatos.

A las inmediaciones del templete hay unos claustrillos de poca anchura, que tienen en la parte superior arcos de ladrillo, que se cruzan y forman la misma montea que los de las Iglesias. Se advierte en un cuarto, que se halla á la derecha, la continuacion de los arcos, y uno muy grande que está tapiado. Tambien una columna casi destruida por la humedad.

Y los conspicuos, al ver la general desbandada, reían llenos de lástima y excitaban al maquinista para que hiciese más ruido, gozándose como los antiguos conquistadores con el espanto que su paso producía. Sentado allá en el templete griego de su fundo de Arbín, entre Pan y las Ninfas, D. César de las Matas también oyó el ronquido estridente de la máquina.

El día de la Virgen fue con Tónica y su amiga a la primera misa en la capilla de los Desamparados. Dentro del templo sonaba la música; la multitud, oprimida en la mezquina rotonda, esparcíase por la plaza hasta la fuente, adornada con un ridículo templete que parecía de confitería.

No se podía, como en la novena de la Concepción, colgar el templo de azul y plata, ni colocar un templete de cartón delante del retablo del altar mayor imitando capilla gótica de marquetería; pero todo lo que fue compatible con los siete Dolores de la Virgen se hizo: el lujo fue majestuoso, triste, fúnebre. Todo era negro y oro.

Si la reja, esculturas y sillerías del coro y el altar mayor son riquísimas y de gran mérito, la enorme custodia y su tabernáculo son de un trabajo admirable y de muchísimo valor. El doble templete y la custodia que reposa en él fueron trabajados por seis artistas superiores bajo la dirección del famoso Juan de Benavente.

Palabra del Dia

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